En efecto, fue por medio del profeta Daniel que Dios comenzó a instruir a su pueblo respecto de los reinos consecutivos que surgirían y gobernarían hasta el establecimiento de su reino eterno; y para revelar un período especial, desde un evento que todavía estaba por ocurrir, hasta la verdadera aparición y muerte del Mesías. La interpretación del sueño de Nabucodonosor reveló que los cuatro reinos que habían de gobernar al mundo disminuirían en poder y grandeza en la proporción del valor decreciente del oro, la plata, el bronce y el hierro; y que finalmente el estado quebrado y desunido de los reinos sería comparable a la fragilidad del hierro mezclado con la cenagosa arcilla. Entonces había de venir el reino del cielo que seguiría a la disminución de estos reinos que llegarían a ser como paja de una era de verano, de modo que no se encontraría lugar para ellos, en tanto que el reino de Dios llenaría toda la tierra. GMA 37.2
Entonces, en la visión del capítulo siete, bajo los símbolos de las cuatro grandes bestias, se cubre otra vez el mismo terreno, y se presentan otras características de estos reinos. En el capítulo se delinean la carrera y obra de la potencia denominada “cuerno pequeño” que debía surgir después de la división del cuarto reino en diez partes, venciendo o sometiendo a tres de ellos para establecerse como dirigente espiritual sobre ellos. Este poder papal ha de continuar en el estado dividido y frágil del cuarto reino, hasta 1.260 años. De ese modo se revelaron eventos que alcanzarían hasta el tiempo cuando Cristo reciba el reino de su Padre, y se lo dé a los santos del Altísimo; un reino que finalmente gobernará toda la tierra, y se mantendrá para siempre. GMA 37.3