Durante seis meses antes de su ministerio público, la misión de Cristo fue proclamada por Juan el Bautista. El pueblo acudió en vastas multitudes para escuchar a Juan, y para ser bautizados por él. Como el pueblo “estaba en expectativa” [esperaban que viniera el Mesías], preguntándose [“razonaban”, o “debatían”] en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo; Juan respondió, “diciendo a todos: Yo a la verdad bautizo en agua, pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará”.7Lucas 3:15-17. GMA 43.2