En 1896, mientras dirigía reuniones en 17 lugares de Suecia, pasé por varios lugares donde los niños habían predicado en 1843, y tuve la oportunidad de conversar con aquellos que habían escuchado la predicación, y con hombres que habían predicado cuando eran niños. Le dije a uno de ellos: “¿Predicó usted el mensaje del advenimiento cuando era muchacho?” Él replicó: “¡Predicar! Sí, tenía que predicar. No planifiqué el asunto. Un poder vino sobre mí, y expresé que estaba impelido por ese poder a predicar”. GMA 109.2