La ventaja de la vida al aire libre nunca debiera perderse de vista. Cuán agradecidos debiéramos sentirnos porque Dios nos ha dado una hermosa propiedad para un sanatorio en Paradise Valley, en Glendale y en Loma Linda. “¡Fuera de las ciudades! ¡Fuera de las ciudades!”, ha sido un mensaje durante años. No podemos esperar que los enfermos se recuperen rápidamente cuando se encuentran encerrados entre cuatro paredes en alguna ciudad, sin tener nada que ver afuera, a no ser casas, casas y casas, pero nada que los anime, nada que los avive. Y sin embargo, cuán lentos son algunos en comprender que las ciudades atestadas no son lugares favorables para la obra de los sanatorios. CSI 228.2
Aun en el sur de California, no hace muchos años, había algunos que favorecían la construcción de un gran sanatorio en el corazón de Los Angeles. A la luz de la instrucción que Dios me ha dado, no podíamos consentir en la realización de ningún plan semejante. En visiones de la noche, el Señor me había mostrado propiedades desocupadas en el país, apropiadas para el propósito de levantar un sanatorio, y en venta a un precio muy por debajo del costo original.*[The Review and Herald, 21 de junio de 1906.] CSI 228.3