En nuestras instituciones, donde trabajan muchas personas de variado temperamento, es necesario que todos cultiven un espíritu de abnegación. Que nadie piense que tiene el deber de modelar a otros para que concuerden con sus pensamientos u opiniones individuales. Aunque cada uno debe manifestar su propia individualidad, ésta debe encontrarse bajo el control del Espíritu Santo. Si somos bondadosos y semejantes a Cristo, se producirá una unión de los corazones y de los intereses que resultará beneficiosa para todos. CSI 240.3
Nuestros sanatorios deben ser instrumentos para impartir a los enfermos una salud que se manifestará en felicidad y paz del alma. Todos los obreros deben colaborar con el médico, porque mediante la manifestación de bondad y ternura, él podrá llevar un bálsamo sanador a los que sufren. CSI 241.1
Todos son responsables ante Dios por el uso que hacen de sus habilidades. El es responsable del crecimiento diario en la gracia. Que nadie piense que no comete errores, aunque se encuentre teóricamente establecido en la verdad presente. Pero si se cometen errores, debe existir una pronta disposición para corregirlos. Debemos evitar todo lo que pudiera crear disensión y discordia, porque existe un cielo ante nosotros, y la discordia no existirá entre sus habitantes. CSI 241.2
Debemos vivir, no para elevarnos a nosotros mismos sino para ser, como hijos de Dios, lo mejor que permitan nuestras habilidades en la obra que él nos ha encomendado. Debemos preocuparnos de causar una impresión correcta en los demás. Nos estamos preparando para la eternidad, para el sanatorio de arriba, donde el Gran Médico limpiará las lágrimas de todo ojo y donde las hojas del árbol de la vida son para la sanidad de la gente. CSI 241.3