Después que hubo pasado la fecha en 1844, el fanatismo penetró en las filas de los adventistas. Dios mandó mensajes de amonestación para detener este incipiente mal. Había demasiada familiaridad entre algunos hombres y mujeres. Les presenté la alta norma de la verdad que debíamos alcanzar y la pureza de comportamiento que debíamos conservar, a fin de recibir la aprobación de Dios y estar sin mancha ni arruga ni cosa semejante. Acusaciones divinas del carácter más solemne fueron dirigidas a hombres y mujeres cuyos pensamientos iban por cauces impuros, mientras aseveraban ser especialmente favorecidos por Dios; pero el mensaje que Dios dió fué despreciado y rechazado. Se volvieron contra mí y dijeron: “¿Ha hablado Dios solamente por Vd. y no por nosotros?” No enmendaron sus caminos y el Señor los dejó seguir hasta que la contaminación señaló su vida. 2JT 233.2
No estamos fuera de peligro aun ahora. Cada alma que se dedica a dar al mundo el mensaje de amonestación será severamente tentada a seguir en la vida una conducta que niegue su fe. Es el plan estudiado de Satanás hacer a los obreros débiles en la oración, débiles en poder e influencia, a causa de sus defectos de carácter. Como obreros, debemos condenar unánimemente cuanto represente la menor aproximación al mal en nuestro trato mutuo. Nuestra fe es santa; nuestra obra consiste en honrar la ley de Dios, y no es de carácter tal que rebaje los pensamientos y la conducta de uno a un nivel inferior. 2JT 233.3
Tenemos que estar sobre una plataforma elevada. Debemos creer y enseñar la verdad tal como es en Jesús. La santidad de corazón no conducirá nunca a acciones impuras. Cuando uno que asevera enseñar la verdad se inclina a estar mucho en compañía de mujeres jóvenes o aun casadas, cuando pone familiarmente su mano sobre ellas, o está a menudo conversando con ellas de una manera familiar, temedle. Los principios puros de la verdad no están engarzados en su alma. Los tales no están en Cristo, y Cristo no mora en ellos. Necesitan una conversión cabal, antes que Dios pueda aceptar su trabajo. La verdad de origen celestial no degrada nunca al que la recibe; ni le induce a la menor aproximación a la familiaridad indebida; por el contrario, santifica al creyente, refina su gusto, lo eleva y ennoblece, y lo pone en íntima comunión con Jesús. Le induce a considerar la orden del apóstol Pablo de abstenerse aun de la apariencia del mal, porque “no sea pues blasfemado vuestro bien.” Romanos 14:6. 2JT 234.1
Este es un asunto al cual debemos prestar atención. Debemos precavernos contra los pecados de esta era degenerada. Debemos mantenernos alejados de todo lo que sepa a familiaridad indebida. Dios lo condena. Es terreno prohibido, sobre el cual es inseguro asentar los pies. Cada palabra y acción debe tender a elevar, refinar y ennoblecer el carácter. Hay pecado en la irreflexión acerca de tales asuntos. El apóstol Pablo exhortaba a Timoteo a la diligencia y al esmero en su ministerio, y le instaba a meditar en las cosas puras y excelentes, para que su aprovechamiento fuese manifiesto a todos. El mismo consejo lo necesitan mucho los jóvenes de la era actual. Es esencial la consideración reflexiva. Si tan sólo los hombres quisieran pensar más, y obrar menos impulsivamente, tendrían mucho más éxito en su trabajo. Estamos manejando asuntos de importancia infinita, y no podemos entretejer en nuestra obra nuestros propios defectos de carácter. Debemos representar el carácter de Cristo. 2JT 234.2