En nuestros esfuerzos por ayudar a la juventud estamos lastimosamente atrasados en nuestro deber. Hemos tenido gran luz, pero nos falta celo y ardor, y no tenemos el fervor de espíritu correspondiente a los privilegios que gozamos. Tenemos que elevarnos por encima de la fría atmósfera de la incredulidad que nos rodea, y acercarnos a Dios a fin de que él se acerque a nosotros. COES 68.2
Tenemos que educar a la juventud a fin de que aprenda a trabajar por la salvación de las almas; y al educar a la juventud para esta obra, nosotros también aprenderemos a trabajar con más éxito, llegando a ser agentes eficientes en las manos de Dios para la conversión de nuestros discípulos. Hemos de ser imbuídos del espíritu de trabajo ferviente y asirnos de Cristo, reclamándolo a él como nuestra única eficiencia. Nuestro entendimiento debe ser ensanchado, a fin de que tengamos un concepto adecuado de las cosas que pertenecen a la vida eterna. Nuestro corazón debe ser enternecido y sojuzgado por la gracia de Cristo a fin de que lleguemos, a ser verdaderos educadores. COES 69.1
Pregúntense los directores y maestros: ¿Creo yo la Palabra de Dios? ¿Estoy entregándome a Aquel que se dió a sí mismo por mí y sufrió una muerte cruel en la cruz para que yo no pereciera sino que tuviese vida eterna? ¿Creemos nosotros que Jesús está atrayendo a las almas de aquellos que nos rodean, aun de aquellos que viven en la impenitencia y no responden a su atracción? Entonces, con corazón contrito decid: “Maestro, yo me allegaré a ti con todos los poderes de mi influencia. Confío en ti y sólo en ti para tocar y sojuzgar el corazón por medio del poder del Espíritu Santo.”—Testimonies on Sabbath-School Work, 47-50. COES 69.2