Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Salmos 34:13. ELC 176.1
El habla es uno de los grandes dones de Dios. Es el medio por el cual se comunican los pensamientos del corazón. Con la lengua ofrecemos oración y alabanza a Dios. Con la lengua convencemos y persuadimos. Con la lengua consolamos y bendecimos, aliviando al alma golpeada y herida. Con la lengua podemos dar a conocer las maravillas de la gracia de Dios. Con la lengua también podemos expresar cosas perversas, hablando palabras que hieren como una víbora. ELC 176.2
La lengua es un pequeño miembro, pero las palabras que forma tienen gran poder... Ha hecho enfrentar nación contra nación y ha causado guerra y derramamiento de sangre. Las palabras han encendido fuegos que ha costado mucho extinguir. También han llevado gozo y alegría a muchos corazones... ELC 176.3
Satanás pone en la mente pensamientos que los cristianos nunca debieran expresar. La réplica mordaz y despectiva, las palabras amargas y apasionadas, las acusaciones crueles y maliciosas son suyas. ¡Cuántas palabras se pronuncian que solamente hacen daño a los que las dicen y a los que las escuchan! Las palabras duras golpean el corazón despertando sus peores pasiones. Los que hacen el mal con sus lenguas, que siembran discordia con sus palabras egoístas y envidiosas, entristecen al Espíritu Santo porque obran contrariamente a Dios... ELC 176.4
Cuidad el talento del habla porque es un gran poder para el bien tanto como para el mal. No podéis ser demasiado cuidadosos con lo que decís, porque las palabras que emitís muestran qué poder está controlando el corazón. Si es Cristo quien domina allí, vuestras palabras revelarán la belleza, la pureza y la fragancia de un carácter modelado y formado por su voluntad. Pero si estáis bajo la dirección del enemigo de todo lo bueno, vuestras palabras se harán eco de sus sentimientos.—The Review and Herald, 12 de mayo de 1910. ELC 176.5