Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. Mateo 12:36, 37. ELC 179.1
Cuando el profeta Isaías contempló la gloria del Señor, quedó asombrado, y abrumado por un sentimiento de su propia debilidad e indignidad, exclamó: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”. Isaías 6:5... Examínese a sí misma a la luz del cielo toda alma que pretende ser un hijo o una hija de Dios; mire los labios contaminados que lo hacen “muerto”. Son el medio de comunicación... No los uséis, pues, para sacar del tesoro del corazón palabras que deshonren a Dios y desanimen a los que os rodean, sino usadlos para la alabanza y gloria de Dios, quien los formó con ese propósito... Cuando el amor de Jesús es el tema de contemplación las palabras que salgan de los labios humanos estarán llenas de alabanza y acción de gracias a Dios y al Cordero... ELC 179.2
La visión dada a Isaías representa la condición del pueblo de Dios en los últimos días... Al mirar por fe dentro del lugar santísimo y al ver la obra de Cristo en el santuario celestial, se dan cuenta que son un pueblo de labios inmundos, un pueblo cuyos labios a menudo han hablado vanidades, y cuyos talentos no han sido santificados y empleados para la gloria de Dios... Pero ... si humillan sus almas ante Dios, habrá esperanza para ellos. El arco iris de la promesa está sobre el trono, y la obra hecha para Isaías será realizada en ellos.—The Review and Herald, 22 de diciembre de 1896. ELC 179.3
Sed fragantes en vuestras palabras. Recordad que sois o un sabor de vida para vida o de muerte para muerte. Seamos como flores fragantes. Que el amor de Cristo inunde nuestras vidas. Sean vuestras palabras como manzanas de oro con figuras de plata.—The General Conference Bulletin, 4 de abril de 1901. ELC 179.4