Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. 1 Pedro 2:9. RJ 188.1
La iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el Evangelio al mundo. Desde el principio fue el plan de Dios que su iglesia reflejase al mundo su plenitud y suficiencia. Los miembros de la iglesia, los que han sido llamados de las tinieblas a su luz admirable, han de revelar su gloria. La iglesia es la depositaria de las riquezas de la gracia de Cristo; y mediante la iglesia se manifestará con el tiempo, aun a “los principados y potestades en los lugares celestiales” (Efesios 3:10), el despliegue final y pleno del amor de Dios. RJ 188.2
Muchas y maravillosas son las promesas registradas en las Escrituras en cuanto a la iglesia. “Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos” Isaías 56:7. “Y daré bendición a ellas y a los alrededores de mi collado”. Ezequiel 34:26. “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros”. Isaías 49:16. RJ 188.3
La iglesia es la fortaleza de Dios, su ciudad de refugio, que El sostiene en un mundo en rebelión. Cualquier traición a la iglesia es traición hecha a Aquel que ha comprado a la humanidad con la sangre de su Hijo unigénito. Desde el principio, las almas fieles han constituido la iglesia en la tierra. En todo tiempo el Señor ha tenido sus atalayas, que han dado un testimonio fiel a la generación en la cual vivieron. Estos centinelas daban el mensaje de amonestación; y cuando eran llamados a deponer su armadura, otros continuaban la labor. Dios ligó consigo a estos testigos mediante un pacto, uniendo a la iglesia de la tierra con la iglesia del cielo. El ha enviado a sus ángeles para ministrar a su iglesia, y las puertas del infierno no han podido prevalecer contra su pueblo. RJ 188.4
A través de los siglos de persecución, lucha y tinieblas, Dios ha sostenido a su iglesia. Ni una nube ha caído sobre ella sin que El hubiese hecho provisión; ni una fuerza opositora se ha levantado para contrarrestar su obra, sin que El lo hubiese previsto. Todo ha sucedido como El lo predijo. El no ha dejado abandonada a su iglesia, sino que ha señalado en las declaraciones proféticas lo que ocurriría, y se ha producido aquello que su Espíritu inspiró a los profetas a predecir. Todos sus propósitos se cumplirán. Su ley está ligada a su trono, y ningún poder del maligno puede destruirla. La verdad está inspirada y guardada por Dios y triunfará contra toda oposición.—Los Hechos de los Apóstoles, 9-11. RJ 188.5