Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. 2 Corintios 10:5. RJ 300.1
Más precioso que el oro de Ofir es el poder del pensamiento recto. Necesitamos asignar un alto valor al recto control de nuestros pensamientos; pues tal control nos prepara para trabajar por el Maestro. Para nuestra paz y felicidad es necesario que en esta vida nuestros pensamientos se centren en Cristo. Como el hombre piensa, así es él. RJ 300.2
Los misericordiosos hallarán misericordia, y los puros de corazón verán a Dios. Cada pensamiento impuro contamina el alma, deteriora el sentido moral y tiende a destruir las impresiones del Espíritu Santo. Nubla la visión espiritual para que el hombre no pueda ver a Dios. El Señor puede perdonar al pecador arrepentido y lo hace; pero aunque haya sido perdonado, el alma está manchada. Toda impureza de palabra y pensamiento debe ser evitada por el que quiere tener un claro discernimiento de la verdad espiritual. RJ 300.3
Los pensamientos malos destruyen el alma. El poder convertidor de Dios cambia el corazón, refina y purifica los pensamientos. A menos que se hagan esfuerzos decididos para mantener los pensamientos centrados en Cristo, la gracia no se puede revelar en la vida. La mente debe entablar una batalla espiritual. Cada pensamiento debe ser llevado cautivo a la obediencia a Cristo. Todos los hábitos deben ser puestos bajo el control divino. RJ 300.4
Necesitamos un sentido constante del poder ennoblecedor de los pensamientos puros y de la influencia perjudicial de los pensamientos malos. Concentremos nuestros pensamientos en cosas santas. Sean ellos puros y verdaderos; pues nuestra única seguridad para el alma está en el pensamiento correcto. Hemos de usar todo medio que Dios ha puesto a nuestro alcance para el gobierno y el cultivo de nuestros pensamientos. Hemos de traer nuestra mente a la armonía con la mente de Cristo. Su verdad nos santificará, cuerpo, alma y espíritu, y seremos capaces de elevarnos por sobre la tentación. RJ 300.5
“Viene el príncipe de este mundo—dijo Jesús—, y él nada tiene en mí”Juan 14:30. No había nada en El que respondiera a los sofismas de Satanás. El no consintió en pecar. Ni siquiera en un pensamiento cedió a la tentación. Así puede ser en nuestro caso. La humanidad de Cristo estaba unida con la Divinidad; estaba preparado para el conflicto por la presencia del Espíritu Santo... Mientras estemos unidos a El por fe, el pecado no tiene más dominio sobre nosotros. Dios busca la mano de la fe en nosotros para dirigirla a aferrarse de la divinidad de Cristo, para que podamos alcanzar la perfección de carácter... Toda promesa de la Palabra de Dios es nuestra. Hemos de vivir “de toda palabra que sale de la boca de Dios”Mateo 4:4. No miremos las circunstancias o la debilidad del yo, sino el poder de la Palabra. Toda su fuerza es de ustedes.—The Signs of the Times, 23 de agosto de 1905. RJ 300.6