Procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. 2 Pedro 3:14. RJ 305.1
La mayor obra que puede hacerse en nuestro mundo es glorificar a Dios viviendo el carácter de Cristo.—Testimonies for the Church 6:439. RJ 305.2
En la segunda carta que Pedro escribió a los que habían alcanzado “una fe igualmente preciosa” (2 Pedro 1:1), el apóstol expone el plan divino para el desarrollo del carácter cristiano. Al respecto, escribe lo siguiente: RJ 305.3
“Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” 2 Pedro 1:2-8. RJ 305.4
Estas palabras están llenas de instrucción, y dan la nota tónica de la victoria. El apóstol presenta a los creyentes la escalera del progreso cristiano, cada uno de cuyos peldaños implica un avance en el conocimiento de Dios, y en cuya ascensión no debe haber interrupciones. La fe, la virtud, el conocimiento, el dominio propio, la paciencia, la piedad, el afecto fraternal y el amor son los peldaños de la escalera. Somos salvos si subimos peldaño tras peldaño, si ascendemos paso a paso hasta la altura del ideal de Cristo para nosotros. De esta manera El llega a ser para nosotros sabiduría y justificación y santificación y redención. RJ 305.5
Dios ha llamado a su pueblo a la gloria y la virtud, y éstas se manifestarán en la vida de todos los que estén verdaderamente vinculados con El. Habiendo llegado a participar del don celestial, deben seguir avanzando hacia la perfección, siendo “guardados por el poder de Dios mediante la fe”. 1 Pedro 1:5. La gloria de Dios consiste en otorgar su poder a sus hijos. Desea ver que los hombres alcancen la norma más alta; y cuando se apropien por la fe del poder de Cristo, cuando supliquen que se cumplan sus infalibles promesas, y las reclamen como suyas, cuando con una importunidad que no admita rechazamiento busquen el poder del Espíritu Santo, serán perfectos en El.—Los Hechos de los Apóstoles, 437, 438. RJ 305.6