Procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. 2 Pedro 1:10. RJ 307.1
La obra de transformación de la impiedad a la santidad es permanente. Día tras día Dios obra la santificación del hombre, y éste debe cooperar con El, haciendo esfuerzos perseverantes a fin de cultivar buenos hábitos. Debe añadir gracia sobre gracia; y mientras obra así según el plan de adición, Dios obra en su favor mediante el plan de multiplicación. Nuestro Salvador está siempre dispuesto a oír y contestar la oración que eleva el corazón contrito, y multiplica para los fieles su gracia y su paz. Gozosamente derrama sobre ellos las bendiciones que necesitan en sus luchas contra los males que los acosan. RJ 307.2
Hay quienes intentan ascender la escalera del progreso cristiano, pero mientras avanzan, comienzan a depositar su confianza en el poder del hombre, y pronto pierden de vista a Jesús, el autor y consumador de la fe. El resultado es el fracaso, la pérdida de todo lo que se había logrado. Ciertamente es triste la condición de los que habiéndose cansado del camino, permiten al enemigo de las almas que les arrebate las virtudes cristianas que habían desarrollado en sus corazones y en sus vidas. “Pero el que no tiene estas cosas—declara el apóstol—tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados”. 2 Pedro 1:9. RJ 307.3
El apóstol Pedro había tenido una larga experiencia en las cosas del Señor. Su fe en el poder salvador de Dios se había fortalecido con el transcurso de los años, hasta que hubo probado, más allá de toda duda, que no hay posibilidad de fracasar para el que, al avanzar por fe, asciende peldaño tras peldaño, siempre hacia arriba y hacia adelante, hasta el último tramo de la escalera, que llega a los mismos portales del cielo. RJ 307.4
Por muchos años Pedro había insistido ante los creyentes acerca de la necesidad de crecer constantemente en la gracia y en el conocimiento de la verdad; y ahora, al saber que pronto iba a ser llamado a sufrir el martirio por causa de su fe, llamó una vez más la atención de ellos a los preciosos privilegios que están al alcance de todo creyente. Con plena certidumbre de fe, el anciano discípulo exhortó a sus hermanos a tener firmeza de propósito en la vida cristiana. “Procurad—rogaba Pedro—hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. 2 Pedro 1:10, 11. ¡Preciosa seguridad! ¡Gloriosa es la esperanza del creyente mientras avanza por fe hacia las alturas de la perfección cristiana!—Los Hechos de los Apóstoles, 439-441. RJ 307.5