Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón... Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová. Génesis 6:6, 8. RJ 314.1
El mundo estaba alistado contra la justicia de Dios y sus leyes, y Noé fue considerado un fanático. Cuando Satanás tentó a Eva a desobedecer a Dios, le dijo: “No moriréis”. Hombres muy destacados y respetados por el mundo, honrados y reputados como sabios, repitieron la misma sentencia: “No moriréis”. “Las amenazas de Dios—dijeron—sólo tienen el propósito de intimidar pero nunca se llevarán a cabo. No necesitan alarmarse. Nunca ocurrirá la destrucción del mundo por el Dios que lo hizo, como tampoco el castigo de los seres que El creó”... Así, los habitantes del mundo no humillaron sus corazones delante de Dios, sino que continuaron con su desobediencia e impiedad, como si Dios nunca les hubiera hablado mediante su siervo. RJ 314.2
Pero Noé permaneció firme como una roca en medio de la tempestad. Toda clase de impiedad y corrupción moral lo circundaba; pero en medio del desprecio y el ridículo popular, en medio de la desobediencia e impiedad universal, Noé se destacaba por su santa integridad y su fidelidad inquebrantable. Mientras el mundo que lo rodeaba ignoraba a Dios y gozaba con toda clase de perversión extravagante que lo condujo a la violencia y a crímenes de toda especie, el fiel predicador de justicia comunicó a esa generación que un diluvio de agua inundaría la tierra a causa de la tremenda maldad de sus habitantes. Los invitó a creer en Dios y a arrepentirse, y a encontrar refugio en el arca. RJ 314.3
El mensaje que predicaba era una viva realidad para Noé. En medio de las burlas y de las chanzas del mundo, fue un testigo inflexible de Dios. Su humildad y su justicia contrastaban claramente con los crímenes repugnantes, las intrigas y la violencia que se practicaba continuamente a su alrededor. Poder acompañaba sus palabras; porque era la voz de Dios a través de su siervo. El vínculo con Dios lo fortaleció con el vigor del poder infinito mientras que por ciento veinte años su solemne voz de advertencia vibró en los oídos de aquella generación con respecto a eventos que, según el juicio de la sabiduría humana, parecían imposibles. RJ 314.4
Algunos hombres fueron profundamente convencidos, y hubieran atendido a las palabras de advertencia; pero fueron tantos los que levantaron su voz de chanza y de ridículo, que ellos participaron del mismo espíritu, resistieron las invitaciones de la misericordia, rehusaron reformarse, y muy pronto estuvieron entre los burladores más audaces y desafiantes; pues no hay hombres más temerarios, ni que lleguen a tales extremos en el pecado, como los que alguna vez participaron de la luz pero resistieron al Espíritu de Dios... Cuán sencilla y semejante a la de un niño fue la fe de Noé, en medio de la incredulidad y de las burlas del mundo... Brindó al mundo un ejemplo de lo que es creer exactamente lo que Dios dijo.—The Signs of the Times, 1 de abril de 1886. RJ 314.5