La Palabra de Dios, considerada y estudiada como debe ser, producirá luz y conocimiento. Su examen atento fortalecerá el intelecto. Por medio del contacto con las verdades más ennoblecedoras y puras, se ampliará la mente, y refinará el gusto. MM 115.2
Dependemos de la Biblia para obtener un conocimiento de la historia antigua de nuestro mundo, de la creación del hombre, y de su caída. Quitad la Palabra de Dios, y ¿qué más se puede esperar fuera de fábulas y conjeturas, además del debilitamiento del intelecto que es el resultado seguro de dar cabida al error? Necesitamos la historia auténtica del origen de la tierra, de la caída del querubín cubridor y de la introducción del pecado en nuestro mundo. Sin la Biblia, seríamos deslumbrados por falsas teorías. La mente se sujetaría a la tiranía de la superstición y la falsedad. Pero teniendo en nuestra posesión la historia auténtica del comienzo de nuestro mundo, no tenemos por qué enredarnos con conjeturas humanas y teorías que no son de fiar. MM 115.3
Doquiera estén los cristianos, pueden sostener comunión con Dios, y disfrutar de la información científica santificada. Pueden tener la mente fortalecida aun como la de Daniel. Dios le dio a él “conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias”. MM 116.1