Hemos de abordar el estudio de la Biblia con reverencia, sintiendo que estamos en la presencia de Dios. Toda liviandad y frivolidad debe ser dejada a un lado. Aunque algunas porciones de la Palabra se entienden con facilidad, el verdadero sentido de otras partes no se discierne con rapidez. Debe haber paciente estudio y meditación, y ferviente oración. Todo estudioso, al abrir las Escrituras, debe solicitar la iluminación del Espíritu Santo; y la promesa segura es que le será dado. MJ 184.3
El espíritu con el cual se aboquen a la investigación de las Escrituras determinará el carácter de quienes los asistan. Ángeles del mundo de la luz estarán con los que con humildad de corazón buscan dirección divina. Pero si la Biblia se abre con irreverencia, con un sentimiento de suficiencia propia, si el corazón está lleno de prejuicio, Satanás está al lado de ustedes y colocará las declaraciones sencillas de la Palabra de Dios en una luz pervertida.—Testimonios para los Ministros, 107, 108. MJ 184.4