Recuérdese que se celebra la Navidad en conmemoración del nacimiento del Redentor del mundo. Generalmente se celebra este día con festejos y glotonería. Se gastan grandes sumas de dinero en una innecesaria complacencia propia. Se da rienda suelta a los apetitos y placeres sensuales a expensas del poder físico, mental y moral. Sin embargo, esto ha llegado a ser un hábito. El orgullo, la moda, la satisfacción del paladar han consumido inmensas sumas de dinero que en realidad no han beneficiado a nadie, sino que han estimulado un derroche de recursos que desagrada a Dios. Se vive en estos días glorificando al yo antes que a Dios. Se ha sacrificado la salud, se ha dado al dinero un uso que es peor que tirarlo, muchos han perdido la vida por sus excesos en el comer o por una disipación envilecedora, y se han perdido almas por esta causa. MJ 220.4
Dios sería glorificado si sus hijos disfrutaran de un régimen alimentario sencillo y usaran los medios que les han sido confiados, para traer a su tesorería ofrendas, pequeñas y grandes, que serían usadas para enviar la luz de la verdad a las almas que se hallan en la oscuridad del error. Los corazones de las viudas y los huérfanos pueden ser alegrados por los regalos que alimenten su comodidad y satisfagan su hambre. MJ 221.1