Los jóvenes y los niños de la actualidad son quienes determinan el porvenir de la sociedad, y lo que estos jóvenes y estos niños serán, depende del hogar. A la falta de buena educación doméstica se puede achacar la mayor parte de las enfermedades, así como de la miseria y criminalidad que son la maldición de la humanidad. Si la vida doméstica fuera pura y verdadera, si los hijos que salen del hogar estuvieran debidamente preparados para hacer frente a las responsabilidades de la vida y a sus peligros, ¡qué cambio experimentaría el mundo!—El Ministerio de Curación, 270. MJ 234.1