Los jóvenes están decidiendo ahora su destino eterno, y yo quisiera rogarles que consideren el mandamiento al cual Dios ha añadido esta promesa: “Para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”. Niños, ¿desean la vida eterna? Entonces, respeten y honren a sus padres [...]. MJ 235.1
Si han pecado no rindiéndoles amor y obediencia, empiecen ahora a redimir el pasado. No pueden atreverse a seguir otra conducta, pues significa la pérdida de la vida eterna. El Investigador de los corazones conoce cuál es la actitud de ustedes hacia sus padres, pues pesa el carácter moral en la balanza de oro del santuario celestial. ¡Oh!, confiesen que han descuidado a sus padres, confiesen su indiferencia hacia ellos y su desprecio del santo mandamiento de Dios [...]. MJ 235.2
El corazón de sus padres se conmueve de ternura por ustedes, y ¿pueden corresponder a su amor con una fría ingratitud? Ellos aman la vida de ustedes, quieren que sean salvados, pero ¿no han despreciado con frecuencia su consejo y hecho la voluntad y el gusto de ustedes? ¿No han seguido su propio criterio independiente cuando sabían que semejante conducta no tendría la aprobación de Dios? Muchos padres han bajado al sepulcro acongojados a causa de la ingratitud y falta de respeto que sus hijos les mostraron.—The Youth’s Instructor, 22 de junio de 1893. MJ 235.3