Nuestros jóvenes hallarán tentaciones por todas partes, y deben ser educados de tal modo que dependan de un poder y una enseñanza superiores a los que pueden dar los mortales. Por todas partes hay despreciadores de nuestro Señor que habitualmente arrojan su menosprecio contra el cristianismo. Lo llaman juguete de niños inventado para embaucar la credulidad de los ignorantes. MJ 61.4
Los que no tienen poder moral, no pueden defender la verdad; no tienen valor para decir: “A menos que cese esta conversación, no puedo permanecer en su presencia. Jesús, el Redentor del mundo, es mi Salvador; en él se concentra mi esperanza de vida eterna”. Pero es exactamente el modo de hacerlos callar. Si arguyen con ellos, tendrán argumentos para hacerles frente y nada de lo que digan los conmoverá; pero si viven para Cristo, si son firmes en la fidelidad al Dios del cielo, harán por ellos lo que los argumentos no pueden hacer, y por el poder de la piedad los convencerán de la falacia de sus doctrinas. MJ 61.5
No hay espectáculo más triste que el que dan los que han sido comprados por la sangre de Cristo, los que han sido dotados de talentos con los cuales glorificar a Dios, al burlarse de los mensajes que generosamente les han sido enviados en el evangelio, al negar la divinidad de Cristo, y al confiar en su razonamiento finito y en argumentos que no tienen fundamento. Cuando sean puestos a prueba por la aflicción, cuando se vean cara a cara con la muerte, todas estas falacias que han acariciado se desvanecerán como la escarcha se derrite al sol. MJ 62.1
¡Cuán terrible es estar junto al ataúd de quien ha rechazado los llamamientos de la misericordia divina¡ Cuán terrible es decir: “He aquí una vida perdida. ¡Aquí está quien pudo haber alcanzado la más elevada norma y obtenido la vida inmortal, pero entregó su vida a Satanás, llegó a enredarse en las vanas filosofías de los hombres y fue juguete del maligno!” La esperanza del cristiano es como ancla para el ser, segura y persistente, y entra hasta dentro del velo, adonde ha entrado por nosotros Cristo, el Precursor. Tendremos que hacer una obra individual en preparación para los grandes acontecimientos que nos esperan. MJ 62.2