El orden es la primera ley del cielo, y el Señor desea que su pueblo demuestre en sus hogares el orden y la armonía que llenan las cortes celestiales. La verdad nunca pone sus delicados pies en un sendero de impureza o suciedad. La verdad no transforma a los hombres y a las mujeres en personas ásperas o rudas o desordenadas. Eleva a un nivel más alto a todos los que la aceptan. Bajo la influencia de Cristo se produce una obra de constante refinamiento [...]. 1MCP 184.1
El que estaba tan interesado en que los hijos de Israel practicaran hábitos de limpieza no aceptará ninguna impureza en los hogares de su pueblo hoy. Dios mira con desaprobación la falta de limpieza de cualquier clase. ¿Cómo podemos invitarlo a nuestros hogares a menos que en ellos todo sea prolijo, limpio y puro?—The Review and Herald, 10 de junio de 1902. 1MCP 184.2