Muchos jóvenes salen de las instituciones de enseñanza con malas costumbres y físicamente debilitados, sin conocimientos para la vida práctica y con pocas fuerzas para desempeñar sus tareas. 1MCP 196.3
Al ver estos males, pregunté: ¿Deben nuestros hijos e hijas volverse debiluchos morales y físicos a fin de obtener una educación en las escuelas? Esto no tiene que ser así; no necesita serlo, si los maestros y los alumnos fueran fieles a las leyes de la naturaleza, que también son leyes de Dios. Todas las facultades de la mente y del cuerpo deberían ser ejercitadas en forma activa para que los jóvenes puedan llegar a ser hombres y mujeres fuertes y bien equilibrados.—The Signs of the Times, 29 de junio de 1882; Fundamentals of Christian Education, 71. 1MCP 196.4