Si manifiesta bondad, amor, tierna consideración por sus alumnos, cosechará de ellos lo mismo como respuesta. Si los maestros son severos, criticones, altivos, insensibles a los sentimientos de otros, recibirán lo mismo como reacción. Un hombre que desea conservar su respeto propio y dignidad debe ser cuidadoso de no sacrificar el respeto y la dignidad de los demás. Esta regla debería ser sagradamente observada hacia los más simples, los menores y los alumnos que más se equivocan. 1MCP 205.2
Lo que Dios hará con estos jóvenes aparentemente sin posibilidades usted no lo sabe. Dios ha aceptado y escogido, en el pasado, a personas precisamente como ellos para hacer una gran obra para él. Su Espíritu, obrando en el corazón, ha servido como una batería eléctrica, despertando las facultades aparentemente dormidas a una acción poderosa y perseverante. El Señor vio en estas piedras ásperas, sin interés y sin pulir, el metal precioso que soportará la prueba de la tormenta y la tempestad y la fiera prueba del fuego. Dios no mira lo que el hombre mira, Dios no juzga como el hombre juzga: él escudriña el corazón.—Manuscrito 2, 1881. 1MCP 205.3