El afecto de ustedes podrá ser tan claro como el cristal, arrobador en su pureza, y sin embargo, podría ser superficial por no haber sido probado. Deben darle a Cristo, en todo, el primero, el último y el mejor lugar. Contémplenlo constantemente, y su amor por él, en la medida en que sea probado, se hará cada día más profundo y más fuerte. Y a medida que crezca el amor de ustedes por él, el amor entre ustedes mismos aumentará también en fuerza y profundidad. “Nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen”. 2 Corintios 3:18.—Joyas de los Testimonios 3:96 (1902). 1MCP 218.1