Los seres humanos han de llegar a ser súbditos del reino de Cristo. Mediante el poder divino que se les imputó han de volver a su lealtad. Por medio de leyes y recursos Dios ha ordenado una comunicación celestial con la vida espiritual del hombre que en su operación es tan misteriosa como la ciencia y la acción del viento. Juan 3:7, 8. Cristo declaró: “Mi reino no es de este mundo”. Juan 18:36. Aun cuando graba su influencia en los gobernantes terrenales, no puede recibir la menor impresión de ellos sin arruinar la semejanza divina. 1MCP 29.2
Tan espiritual es el carácter de la obra de Dios sobre el corazón humano que la recibe que hace de cada uno una nueva criatura sin destruir o debilitar ninguna habilidad o capacidad que Dios haya dado al ser humano. Purifica cada atributo capacitándolo para la conexión con la naturaleza divina. Lo que nace del Espíritu es Espíritu, y cuando la humanidad nace de lo alto, una paz celestial satura el alma.—Manuscrito 1, 1897. 1MCP 29.3