La charlatanería, el farisaísmo y la alabanza propia abundan; pero estas cosas nunca ganarán almas para Cristo. El amor puro y santificado, el amor como el que se reveló en la obra de Cristo, es un perfume sagrado. Como el vaso de alabastro que quebró María, llena de fragancia toda la casa. La elocuencia, el conocimiento de la verdad, los talentos extraordinarios, mezclados con amor, son todos dones preciosos. Pero la capacidad personal, los talentos más selectos, por sí solos, no pueden ocupar el lugar del amor.—Testimonies for the Church 6:84 (1900). 1MCP 245.1