La instrucción proveniente de Dios—Pablo no llegaba a las iglesias como un orador, o un filósofo lleno de conocimiento. El no procuraba sólo agradar los oídos con palabras y frases elegantes. Proclamaba con elocuente sencillez las cosas que le habían sido reveladas. Podía hablar con poder y autoridad, pues frecuentemente recibía instrucciones de Dios en visión.—Comentario Bíblico Adventista 6:1084. VEUC 407.3
Usaba el poder del razonamiento—Razonaba con extraordinaria claridad, y mediante su aplastador sarcasmo, podía colocar a un oponente en situación nada envidiable... VEUC 408.1
Como elocuente orador y crítico severo, Pablo, con su firme propósito y denodado valor, poseía precisamente las cualidades que se necesitaban en la iglesia primitiva.—Los Hechos de los Apóstoles, 101, 102 (PP), 102, 103 (ACES). VEUC 408.2
Su vida como ejemplo—Pablo llevaba consigo la atmósfera del cielo. Todos los que se asociaban con él, sentían la influencia de su unión con Cristo. El hecho de que su propia vida ejemplificara la verdad que él proclamaba, daba poder convincente a su predicación. En esto reside la fuerza de la verdad. La influencia natural e inconsciente de una vida santa, es el sermón más convincente que pueda predicarse en favor del cristianismo. Los argumentos, aun cuando sean incontestables, pueden provocar tan sólo oposición; mientras que un ejemplo piadoso, tiene un poder al cual es imposible resistir completamente.—Obreros Evangélicos, 60. VEUC 408.3
Exhortaciones sensibles e inteligentes—Cuando [Pablo] presentó delante de la gente sus manos gastadas por el trabajo, dieron testimonio de que no dependía de otros para su sostén. El estimaba que no disminuían en nada la fuerza de sus conmovedoras exhortaciones: razonables, inteligentes y elocuentes por encima de las de cualquier otro hombre, que hubiera participado en el ministerio cristiano.—Comentario Bíblico Adventista 6:1064. VEUC 408.4
Un enfoque paso por paso—Pablo no se dirigía a los judíos de un modo que despertase sus prejuicios. No les decía primero que debían creer en Jesús de Nazaret; sino que se espaciaba en las profecías que hablaban de Cristo, de su misión y obra. Paso a paso llevaba a sus oyentes hacia adelante, y les demostraba la importancia de honrar la ley de Dios. Rendía el debido honor a la ley ceremonial, demostrando que Cristo era quien había instituido la dispensación judaica y el servicio de sacrificios. Luego los traía hasta el primer advenimiento del Redentor, y les demostraba que en la vida y muerte de Cristo, se había cumplido toda especificación del servicio de sacrificios. VEUC 409.1
Al hablar a los gentiles, Pablo ensalzaba a Cristo, presentándoles luego las imposiciones vigentes de la ley. Demostraba, cómo la luz reflejada por la cruz del Calvario, daba significado y gloria a toda la dispensación judaica. VEUC 409.2
Así variaba el apóstol su manera de trabajar, y adaptaba el mensaje a las circunstancias en que se veía colocado. Después de trabajar pacientemente, obtenía gran éxito; aunque eran muchos los que no querían ser convencidos.—Obreros Evangélicos, 124. VEUC 409.3
Su lenguaje era modesto—Hay un impresionante contraste entre los alegatos jactanciosos y santurrones de los que profesan estar sin pecado, y el lenguaje modesto del apóstol. No obstante, era la pureza y fidelidad de su propia vida, la que daba semejante poder a las exhortaciones que hacía a sus hermanos.—The Sanctified Life, 86. VEUC 410.1
Su claridad y fuerza—Como el Espíritu descansaba sobre él, presentaba con claridad y fuerza a sus oyentes las profecías hasta el tiempo del primer advenimiento de Cristo y les mostraba que se habían cumplido las Escrituras que se referían a sus sufrimientos, muerte y resurrección.—Primeros Escritos, 201. VEUC 410.2
Usaba argumentos convincentes—Entre aquellos que se encontraron con Pablo en la plaza, había “algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos”; pero éstos, y todos los demás que trataron con él, vieron pronto que tenía un caudal de conocimiento aun mayor que el de ellos. Sus facultades intelectuales imponían el respeto de los letrados; mientras su fervor, su lógico razonamiento y el poder de su oratoria llamaban la atención de todo su auditorio. Sus oyentes reconocieron el hecho de que no era un novicio, sino un hombre capaz de hacer frente a todas las clases de argumentos convincentes, en defensa de la doctrina que enseñaba. Así el apóstol permaneció impávido, haciendo frente a sus opositores en su propio terreno, haciendo frente a la lógica con la lógica, a la filosofía con la filosofía, a la elocuencia con la elocuencia. VEUC 410.3
Sus oponentes paganos le llamaron la atención a la suerte de Sócrates, quien por haber predicado dioses extraños, había sido condenado a muerte; y aconsejaron a Pablo que no arriesgara su vida de la misma manera. Pero los discursos del apóstol cautivaron la atención del pueblo, y su sabiduría sin afectación, les imponía respeto y admiración.—Los Hechos de los Apóstoles, 191, 192 (PP), 193, 194 (ACES). VEUC 411.1
El fracaso de la elocuencia y la lógica—La costumbre de Pablo había sido adoptar un estilo oratorio en su predicación. Era un hombre capaz de hablar ante reyes, ante los grandes y eruditos hombres de Atenas, y su conocimiento intelectual con frecuencia, le era de valor en la preparación del camino para el Evangelio. Trató de hacer esto en Atenas, haciendo frente a la elocuencia con elocuencia, a la filosofía con filosofía y a la lógica con lógica, pero no alcanzó el éxito que había esperado.—Comentario Bíblico Adventista 6:1084. VEUC 411.2
Su sencilla presentación de Cristo—Lo que hizo el apóstol Pablo al encontrarse con los filósofos de Atenas, encierra una lección para nosotros. Al presentar el Evangelio ante el tribunal del Areópago, Pablo contestó a la lógica con la lógica, a la ciencia con la ciencia, a la filosofía con la filosofía. Los más sabios de sus oyentes quedaron atónitos. No podían rebatir las palabras de Pablo. Pero este esfuerzo dio poco fruto. Escasos fueron los que aceptaron el Evangelio. En lo sucesivo Pablo adoptó un procedimiento diferente. Prescindió de complicados argumentos y discusiones teóricas, y con sencillez dirigió las miradas de hombres y mujeres a Cristo, el Salvador de los pecadores. Escribiendo a los corintios acerca de su obra entre ellos, dijo: VEUC 411.3
“Así que, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con altivez de palabra, o de sabiduría, a anunciaros el testimonio de Cristo. Porque no me propuse saber algo entre vosotros, sino a Jesucristo, y a éste crucificado... Y ni mi palabra, ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, mas con demostración del Espíritu y de poder; para que vuestra fe no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios”. 1 Corintios 2:1-5.—El Ministerio de Curación, 164, 165. VEUC 412.1
Su razonamiento era profundo—Los hechos del caso eran que Pablo era un hombre de gran saber, y su prudencia y sus modales encantaban a sus oyentes. Agradaba a los sabios con su conocimiento, y muchos de ellos creían en Jesús. Cuando estaba ante reyes y grandes asambleas, manifestaba tal elocuencia que fascinaba a todos los presentes. Esto enfurecía mucho a los sacerdotes y ancianos. Era fácil para Pablo entrar en raciocinios profundos y, elevándose, arrastraba a la gente consigo en los pensamientos más exaltados, al presentar las riquezas profundas de la gracia de Dios, y describir el asombroso amor de Cristo. Luego, con sencillez, descendía al nivel que el pueblo común podía comprender, y de la manera más poderosa relataba su experiencia, y despertaba en sus oyentes el ardiente deseo de ser discípulos de Cristo.—Primeros Escritos, 206, 207. VEUC 412.2
El poder creador del verdadero Dios—La gente se llenó de admiración por el fervor de Pablo, y su lógica exposición de los atributos del Dios verdadero: su poder creador y la existencia de su providencia predominante. Con ardiente y férvida elocuencia, el apóstol declaró: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, éste, como es Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos de manos, ni es honrado con manos de hombre, necesitado de algo; pues él da a todos vida, y respiración, y todas las cosas”.—Los Hechos de los Apóstoles, 193 (PP), 195 (ACES). VEUC 413.1
Su tacto ante un auditorio pagano—Las palabras de Pablo contienen un tesoro de conocimiento para la iglesia. Estaba en una posición desde donde hubiera podido fácilmente decir algo que irritara a sus orgullosos oyentes, y lo metiera en dificultad. Si su discurso hubiera sido un ataque directo contra sus dioses y los grandes hombres de la ciudad, hubiera estado expuesto a sufrir la suerte de Sócrates. Pero con un tacto nacido del amor divino, apartó cuidadosamente sus mentes de las deidades paganas, y les reveló al Dios verdadero, que era desconocido para ellos.—Los Hechos de los Apóstoles, 195, 196 (PP), 198 (ACES). VEUC 413.2
Cristo era su centro—Habló con solemne fervor, y sus oyentes no pudieron sino percibir que amaba con todo su corazón al crucificado y resucitado Salvador. Vieron que su mente se concentraba en Cristo, y que toda su vida estaba vinculada con su Señor. Tan impresionantes fueron sus palabras, que solamente aquellos que estaban llenos del más amargo odio contra la religión cristiana, pudieron quedar sin conmoverse por ellas.—Los Hechos de los Apóstoles, 201 (PP), 203, 204 (ACES). VEUC 413.3
Su instrucción era sana y práctica—Pablo era un orador elocuente. Antes de su conversión, había tratado a menudo de impresionar a sus oyentes con los vuelos de la oratoria. Pero ahora puso todo eso a un lado. En lugar de entregarse a descripciones poéticas y cuadros fantásticos que pudieran complacer los sentidos y alimentar la imaginación, pero que no podrían alcanzar la experiencia diaria, Pablo trataba, mediante el uso de un lenguaje sencillo, de introducir en el corazón las verdades de vital importancia. Las presentaciones fantásticas de la verdad, pueden provocar un éxtasis de sentimiento; pero demasiado a menudo las verdades presentadas de esta manera, no proporcionan el alimento necesario para fortalecer al creyente para las batallas de la vida. Las necesidades inmediatas, las pruebas presentes, de las almas que luchan, deberían satisfacerse con instrucción sana y práctica sobre los principios fundamentales del cristianismo.—Los Hechos de los Apóstoles, 204, 205 (PP), 207 (ACES). VEUC 414.1
La sencillez del evangelio—Durante el año y medio que Pablo había pasado en Corinto, había presentado intencionalmente el Evangelio en su sencillez. No “con altivez de palabra, o de sabiduría”, había ido a los corintios, sino con temor y temblor, y “con demostración del Espíritu y de poder”, había declarado “el testimonio de Cristo”, para que su fe no estuviese “fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios”. VEUC 414.2
Pablo había adaptado su método de enseñanza a la condición de la iglesia. “Yo hermanos, no pude hablaros como a espirituales—les explicó más tarde—, sino como a carnales, como a niños en Cristo”. 1 Corintios 3:1.—Los Hechos de los Apóstoles, 219 (PP), 222 (ACES). VEUC 415.1
Su religión no era una mera pretensión—Su conversación, su influencia, su negación a entregarse a la complacencia propia, debían mostrar que su religión no era mera profesión, sino una comunión diaria y viva con Dios. Mantenía siempre delante de sí un blanco, y luchaba ardientemente por alcanzarlo: “La justicia que es de Dios por la fe”. Filipenses 3:9.—Los Hechos de los Apóstoles, 253 (PP), 259 (ACES). VEUC 415.2
Tenía un poder convincente—Con poder convincente, el apóstol expuso la gran verdad de la resurrección.—Los Hechos de los Apóstoles, 257 (PP), 264 (ACES). VEUC 415.3
Su lenguaje era claro—El apóstol, de la manera más decidida y expresiva, se esforzó por corregir las falsas y peligrosas ideas y prácticas que prevalecían en la iglesia de Corinto. Habló claramente, pero con amor por sus almas.—Los Hechos de los Apóstoles, 258 (PP), 265 (ACES). VEUC 415.4
Era tranquilo y dueño de sí—El apóstol se mantenía tranquilo y dueño de sí en medio del tumulto. Su mente estaba fija en Dios, y sabía que le rodeaban los ángeles del cielo. No quería dejar el templo sin hacer un esfuerzo para proclamar la verdad a sus compatriotas, y cuando iban a conducirlo al castillo, le dijo al tribuno: “¿Me será lícito hablarte algo?” Lisias replicó: “¿Sabes griego? ¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto cuatro mil hombres salteadores?” Entonces repuso Pablo: “Yo de cierto soy hombre judío, ciudadano de Tarso, ciudad no obscura de Cilicia: empero ruégote que me permitas que hable al pueblo”. VEUC 416.1
Concedido el permiso, “Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo”. El ademán del apóstol atrajo la atención del gentío, y su porte le inspiró respeto.—Los Hechos de los Apóstoles, 327 (PP), 336, 337 (ACES). VEUC 416.2
Su experiencia personal—Si hubiera procurado discutir con sus opositores, se habrían negado tercamente a escucharle. Pero el relato de su experiencia fue acompañado de tan convincente poder, que momentáneamente pareció enternecer y rendir los corazones.—Los Hechos de los Apóstoles, 328 (PP), 337 (ACES). VEUC 416.3
Su sinceridad era evidente—Con candidez y sinceridad declaró el objeto de su visita a Jerusalén, y las circunstancias de su arresto y juicio... El apóstol habló con fervor y evidente sinceridad, y sus palabras eran convincentes.—Los Hechos de los Apóstoles, 336, 337 (PP), 347 (ACES). VEUC 416.4
Su clara defensa ante Agripa—Con claridad y poder Pablo repasó ante Agripa, los principales acontecimientos relacionados con la vida de Cristo en la tierra.—Los Hechos de los Apóstoles, 348 (PP), 359 (ACES). VEUC 417.1
Su cortesía era verdadera—Mirad a Pablo cuando compareció ante los magistrados. Su discurso ante Agripa es dechado de verdadera cortesía, y de persuasiva elocuencia.—El Ministerio de Curación, 390. VEUC 417.2
Su precaución y bondad—No dijo nada del maltrato que había sufrido a manos de los judíos, o de los repetidos complots para asesinarle. Sus palabras revelaron prudencia y bondad... Les relató su propia experiencia, y les presentó argumentos de los escritos del Antiguo Testamento con sencillez, sinceridad y poder.—Los Hechos de los Apóstoles, 359, 360 (PP), 372 (ACES). VEUC 417.3
Como una voz del cielo—Con elocuencia sobrehumana expuso las verdades del Evangelio. Presentó a sus oyentes el sacrificio realizado en bien de la raza caída... Tal fue el alegato del abogado de la verdad. Fiel entre los infieles, leal entre los desleales, se erguía como representante de Dios, y su voz era como una voz del cielo. No había temor, tristeza ni desaliento en su palabra, ni en su mirada... VEUC 417.4
Muchos de los que le contemplaron aquel día, “vieron su rostro como el rostro de un ángel”. Hechos 6:15. VEUC 418.1
Nunca habían escuchado los circunstantes palabras como aquéllas. Tocaron una cuerda que hizo vibrar aun, el corazón más endurecido. La verdad clara y convincente desbarataba el error.—Los Hechos de los Apóstoles, 394, 395 (PP), 408, 409 (ACES). VEUC 418.2