Y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:8. NEV 47.1
Medid la cuerda, si podéis, que ha sido bajada desde el cielo para elevar al hombre. La única estimación que podemos daros de su dimensión es señalaros hacia el Calvario.—Manuscrito 6, 1893, pp. 4. NEV 47.2
Los hombres caídos no habrían podido tener un hogar en el paraíso de Dios, sin el Cordero que ha sido muerto desde la fundación del mundo. ¿No exaltaremos la cruz de Cristo? ... NEV 47.3
La perfección angélica fracasó en el cielo. La perfección humana fracasó en el Edén, el paraíso de ventura. Todos aquellos que deseen seguridad en el cielo o en la tierra, deben contemplar al Cordero de Dios. El plan de salvación, que hace manifiesta la justicia y el amor de Dios, provee una salvaguardia eterna contra la defección en los mundos que no han caído, tanto como entre aquellos que serán redimidos por la sangre del Cordero. Nuestra única esperanza es la perfecta confianza en la sangre de Aquel que puede salvar hasta lo máximo a todo el que se acerque a Dios, mediante él. La muerte de Cristo en la cruz del Calvario es nuestra única esperanza en este mundo, y será nuestro tema en el mundo venidero. ¡Oh, no comprendemos el valor de la expiación! Si lo comprendiéramos, hablaríamos más acerca de él. El don de Dios en su Hijo amado fué la expresión de un amor inconmensurable. Fué lo máximo que Dios pudo hacer para preservar el honor de su ley, y todavía salvar al transgresor.—The Signs of the Times, 30 de diciembre de 1889. NEV 47.4
Jesús puso la cruz al alcance de la luz que procedía del cielo, porque esa era la manera de atraer la atención del hombre. La cruz está directamente en línea con el brillo de los rostros divinos, para que, al contemplar la cruz, los hombres pudieran ver y conocer a Dios y a Jesucristo, a quien él había enviado. Al contemplar a Dios, contemplamos a Aquel que derramó su alma hasta la muerte. Al contemplar la cruz, la vista se extiende hacia Dios, y se discierne su odio por el pecado. Pero mientras contemplamos en la cruz el odio de Dios por el pecado, también contemplamos su amor por los pecadores, que es más fuerte que la muerte. La cruz es para el mundo el argumento incontrovertible de que Dios es verdad, y luz, y amor.—The Signs of the Times, 7 de marzo de 1895. NEV 47.5