Mi esposo y yo misma nos unimos para apartar a tres jóvenes de sus trabajos humildes, colocando mil dólares en las manos de cada uno de ellos para que se preparasen como médicos. Esta ha sido la selección que el Señor puso en la mente de mi esposo. El Señor había concedido inteligencia y había manifestado su preferencia por estos tres jóvenes, y ellos debían dedicarse a la práctica de la medicina.—Carta 322, 1905. 2MS 238.2