A las cinco de la tarde del domingo 18 de julio de 1915, en Elmshaven, NBEW 493.1
“un lugarcito que la gracia ha bendecido en medio de este mundo dolorido”, NBEW 493.2
se reunieron casi 500 amigos y vecinos para rendir su último tributo de respeto a la memoria de la Sra. Elena G. White, y para consolar con su presencia y simpatía a los que habían sido llamados a sufrir la pérdida de una persona a quien habían amado con todo su corazón. NBEW 493.3
“El servicio se realizó en el prado, en frente de la tranquila casa de campo de la Sra. White, que por mucho tiempo había sido un puerto de descanso, un verdadero refugio, como ella a menudo lo llamaba cuando volvía de sus actividades públicas. En un extremo del prado se había erigido una glorieta para los ministros oficiantes; al mismo tiempo se habían colocado convenientemente sillas y bancos bajo los olmos umbrosos, con sofás y sillas mecedoras para los de más edad y para los enfermos, lo que proporcionó asiento a todos los que llegaron. NBEW 493.4
Las estrofas de un himno familiar cantado por un doble cuarteto que representaba al Colegio de la Unión del Pacífico y al Sanatorio de Santa Elena, señaló el comienzo del servicio. El pastor R. W. Munson, en su oración, pidió que todos sacaran provecho del ejemplo de la vida consagrada y piadosa de la que ahora dormía, y que muchos encontraran ayuda y fortaleza especial en la lectura de sus escritos. “Te rogamos especialmente—dijo él en su oración—, que bendigas esos escritos que ella ha enviado a los cuatro rincones de la tierra, para que el mundo oiga el mensaje en los muchos idiomas a los cuales sus libros han sido traducidos. Te agradecemos por los que están en la China, en Corea, en Japón, en la India, en el Africa y en las islas de los mares, y que han sido ayudados a obtener su conocimiento salvador de la verdad por la lectura de los escritos de tu sierva. Bendice, también, te pedimos, oh Señor, a los que han ido a esos países a llevar la luz para este tiempo... Oh Dios, acelera la proclamación de este mensaje a todos los habitantes de la tierra, para que esta generación pueda escucharlo y prestarle atención, y pueda prepararse el camino para la venida de nuestro bendito Señor”. NBEW 493.5
El pastor George B. Starr tuvo la lectura bíblica, compuesta de los siguientes pasajes, algunos de los cuales fueron leídos en parte: Salmos 116:15; Eclesiastés 7:2, 4; Romanos 8:35, 37-39; Juan 6:39-40; Daniel 12:2-3; Apocalipsis 14:12-13; Ezequiel 37:12-14; Isaías 26:19; Apocalipsis 7:9-17; 21:4. La lectura terminó con unos pocos versículos empecialmente ilustrativos de la experiencia de la vida de la Sra. White: Salmos 40:9, 10 y Marcos 14:8. NBEW 494.1
El pastor J. N. Loughborough, venerable pionero con muchos años de servicio cristiano pero sostenido maravillosamente por Dios como un testigo viviente de las múltiples providencias en el surgimiento y el progreso del movimiento adventista, fue el primer orador. Presentó un cálido tributo a la obra de la vida de alguien con quien él había trabajado tan a menudo en estrecha asociación desde el año 1852. Su discurso, compuesto mayormente de reminiscencias del pasado, siguió como un bosquejo biográfico; aunque fue mucho más que un mero bosquejo, puesto que revelaba, como lo hizo, la operación especial del Espíritu Santo en relación con las labores de la Sra. White. Y luego destacó de nuevo el hecho de que las obras publicadas por ella exponían la moral más pura, guiaban a Cristo y a la Biblia, y traían descanso y consuelo a los corazones cansados y dolientes. NBEW 494.2
El próximo orador, pastor Starr, se refirió a algunos aspectos personales de la vida de la Sra. White. “Yo no he escuchado a ninguna otra persona—dijo él—, hablar del amor a Jesús como la he oído a ella. Muchas veces la oí exclamar: ‘Yo amo al Señor, yo amo al Señor, ¡yo amo al Señor!’ Su vida entera estaba dedicada a lograr que otros lo amaran y lo sirvieran con todo el corazón... NBEW 495.1
“La considero como uno de los caracteres más fuertes que yo haya encontrado. Puedo comparar su vida solamente con el roble robusto que hace frente a los vientos y soporta su embate más severo, o con la montaña que se ríe de la tormenta... Su fe en Dios era invencible. Bajo pruebas que habrían barrido la fe de muchos, ella mantuvo firme su confianza, y triunfó”. NBEW 495.2
“Al decirle adiós, hace dos semanas—el pastor Starr continuó—, le dije: ‘Nos alegramos de verla tan despejada esta mañana’. La Hna. White replicó: ‘Me alegro de que me encuentre así, y deseo decirle que también mi interior se halla despejado y brillante’. Y entonces añadió: ‘No he tenido muchos días de tristeza, ¿no es cierto?’ ‘No, Hna. White—contesté—, porque a través de toda su vida Ud. se ha elevado por encima de la tristeza’. ‘Sí—replicó ella,—, mi Padre celestial lo ha planeado de esta manera para mí, y él sabe cuándo vendrá el fin. Por lo tanto estoy determinada a no murmurar’. NBEW 495.3
“Entonces le dije a ella: ‘No puedo dejar de repetirle, Hna. White, lo que Ud. nos escribió en una de sus últimas cartas. Ud. dijo: “Las sombras se están prolongando y nos acercamos al hogar. Pronto estaremos en el hogar, y entonces repasaremos todo esto juntos en el reino de Dios’”. Ella replicó: ‘Sí; parece casi demasiado bueno para ser cierto, pero es cierto’”. NBEW 496.1
Se cantó entonces la estrofa de otro himno cuya traducción es la siguiente: NBEW 496.2
“Se fue de la tierra para siempre,
está libre de todo cuidado y temor;
nunca se unirá de nuevo con nosotros,
mientras marchamos por este valle de dolor”. NBEW 496.3
Los primeros versos del segundo himno conmovieron profundamente a gran parte de la congregación. Estos versos hace años fueron escritos por uno de los asociados de la Sra. White en el servicio del Maestro, que también ahora descansa, el pastor Urías Smith. Siempre es triste la despedida, NBEW 496.4
“Pero se acerca un día glorioso,
anhelado jubileo de la tierra.
El rey de la Creación en su venida
proclamará la libertad de su pueblo;
en las alas brillantes del amor,
entonarán desde la tierra y del mar:
‘Oh muerte; ¿dónde está tu dominio?
Oh tumba, ¿dónde está tu victoria?’” NBEW 496.5
El pastor E. W. Farnsworth, que estaba a cargo del servicio, habló como sigue: NBEW 496.6
“Parece casi imposible, hermanos y amigos, que alguien piense predicar un sermón, un sermón conmemorativo de alguien cuya vida y cuyas labores han sido un constante sermón viviente durante prácticamente ochenta años. Este verano va a hacer 78 años que la Hna. White entregó su corazón al Señor; y durante todos estos años, raramente se ha producido un cese o una interrupción en el más ardiente y fervoroso laborar en pro del Maestro, y su vida y lo que ella representa en sus publicaciones es el mayor elogio que pueda pronunciarse en esta ocasión fúnebre. NBEW 497.1
“Me he preguntado lo que la Hna. White misma diría si ella estuviera aquí viva, y uno de nosotros estuviera en su lugar. Estoy seguro de algunas cosas que ella diría. Yo creo que ella leería el siguiente pasaje, para beneficio de sus amigos, parientes, vecinos y otros que están congregados aquí: NBEW 497.2
“‘Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres’—y me aventuro a decir que ninguna persona que viva en esta generación ha proclamado más insistentemente la gracia de Dios para la salvación de los hombres de lo que ella lo ha hecho—, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente’. NBEW 497.3
“Ella hablaría a sus vecinos y amigos acerca de ese pensamiento, pero no se detendría allí. Esta tarde ella añadiría: ‘Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo’. Ella impresionaría este pensamiento en nuestras mentes. No solamente lo presentaría de una forma general, sino que destacaría el hecho, la gran verdad, de que esa bendita esperanza pronto ha de ser consumada. Ella elevaría nuestros corazones y nuestras mentes para impresionarnos con esta hermosa esperanza que fue su esperanza, su gozo y su inspiración. Quiero ser esta tarde el eco de esa voz, hermanos, amigos y vecinos. Yo estoy seguro de que éste sería el mensaje que ella daría. Pero ella está descansando. NBEW 497.4
“De alguna manera me impresiona el pensamiento de que se cumple ahora el pasaje del capítulo 15 de 1 Corintios, que dice: ‘El aguijón de la muerte es el pecado’. Permitidme leéroslo. Helo aquí: ‘Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron’. Y ella leería aún más: ‘Entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?’ NBEW 498.1
“El pensamiento que tengo es éste: Que hay cierto sentido en pensar que el aguijón es quitado de la muerte aquí y ahora, hermanos [fervientes amenes]. Nuestros afectos naturales, el amor de nuestros corazones, harán brotar lágrimas de nuestros ojos, y no podemos sino llorar; pero detrás de todo, hermanos, está el consuelo de que el pecado ha sido quitado de este ser querido, y también el aguijón del pecado ha sido extraído, y la muerte no puede retenerlo por mucho tiempo [muchos amenes]. NBEW 498.2
“Leemos en cierto lugar que Jesús no podía ser retenido por la muerte. ¿Por qué? Porque no había pecado en él. Donde reina la justicia, y el pecado ha sido quitado, la muerte pierde su poder. El ser humano puede dormir en la tumba por algún tiempo, pero la muerte no puede mantenerlo allí por largo tiempo. El tiempo de la liberación está cerca. Pronto sonará la trompeta y, gracias al Señor, veremos a la Hna. White de nuevo. NBEW 498.3
“Digo a su familia y a sus amigos: Yo me conduelo con vosotros hoy; pero hay algo acerca de una vida justa en Cristo que despoja a la muerte de sus terrores y a la tumba de toda su angustia. Jesús ha estado allí, y podemos, con toda seguridad, recorrer el camino que él siguió. De manera que, hermanos, miremos hacia arriba. Miremos más allá de este valle actual de lágrimas y dolor, hacia una esperanza y una vida más brillante y eterna, por causa de Jesús. Amén”. NBEW 499.1
Con la entonación de uno de los himnos más queridos para la Sra. White, “Nos veremos junto al río”, y la bendición que pronunció el pastor S. T. Hare, terminó el servicio. NBEW 499.2