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De La Ciudad Al Campo

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    Vivir en las ciudades no es el plan de Dios

    “En el mundo entero las ciudades se vuelven semilleros del vicio. Por doquiera se ve y se oye el mal. En todas partes se encuentran incentivos a la sensualidad y la disipación. La marea de corrupción y crimen sube de continuo. Cada día se registran actos de violencia: robos, asesinatos, suicidios y crímenes inenarrables.CC 6.1

    “La vida en las ciudades es falsa y artificial. La intensa pasión por conseguir dinero, el torbellino de excitación y la búsqueda de placeres, y la sed de ostentación, lujo y extravagancia, son otras tantas fuerzas que desvían la mente de los seres humanos del verdadero propósito de la vida. Abren la puerta a una infinidad de males y ejercen sobre la juventud un poder casi irresistible.CC 6.2

    “Una de las tentaciones más sutiles y peligrosas que asaltan a los niños y a los jóvenes en las ciudades es el afán de placeres. Muchos son los días de fiesta [feriados]; los juegos y las carreras de caballos arrastran a miles, y el torbellino de las excitaciones y del placer los distraen de los austeros deberes de la vida. El dinero que debiera ahorrarse para mejores fines se desperdicia en diversiones.CC 6.3

    “Debido a la actuación de compañías monopolizadoras, y al accionar de los sindicatos y a las huelgas, las condiciones de vida en las ciudades se hacen cada vez más difíciles. Graves disturbios nos aguardan, y muchas familias se verán en la necesidad de abandonar las ciudades. CC 6.4

    “El ambiente físico de las ciudades es muchas veces un peligro para la salud. La exposición constante al contagio, el aire viciado, el agua impura, el alimento adulterado, las viviendas oscuras, malsanas y atestadas de seres humanos, son algunos de los muchos males con que se tropieza a cada paso.CC 7.1

    “No era el propósito de Dios que los hombres vivieran hacinados en las ciudades, confinados promiscuamente en estrechos alojamientos. Al principio Dios puso a nuestros primeros padres en medio de las bellezas naturales, visuales y de sonido, de las cuales desea que nos deleitemos hoy. Cuanto mejor armonicemos con el plan original de Dios, más fácil nos será asegurar la salud del cuerpo, la mente y el alma” (El ministerio de curación, págs. 281, 282 [1905]).CC 7.2

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