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De La Ciudad Al Campo

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    Dios procura despertar a la gente

    “Estando en Loma Linda, California, el 16 de abril de 1 906, pasó delante de mí una escena muy asombrosa. En una visión de la noche yo estaba sobre una altura desde donde podía ver las casas sacudirse como el viento sacude los juncos. Los edificios, grandes y pequeños, se derrumbaban. Los sitios de recreo, teatros, hoteles y palacios suntuosos eran sacudidos y derribados. Muchas vidas eran destruidas, y los lamentos de los heridos y aterrorizados llenaban el aire.CC 10.2

    “Los ángeles destructores enviados por Dios estaban obrando. Un simple toque, y los edificios construidos tan sólidamente que los hombres los consideraban como seguros contra todo peligro, rápidamente quedaban reducidos a un montón de escombros. No había seguridad de protección en ningún lugar. Personalmente no me sentía en peligro, pero no puedo describir las escenas terribles que se desarrollaron ante mi vista. Era como si la paciencia de Dios se hubiese agotado y hubiera llegado el día del juicio.CC 10.3

    “Entonces el ángel que estaba a mi lado me dijo que muy pocas personas tenían alguna idea de la maldad que reina en el mundo hoy, especialmente de la maldad en las ciudades grandes. Declaró que el Señor ha fijado un tiempo cuando su ira castigará a los transgresores por su persistente menoscabo de su ley.CC 11.1

    “Aunque terrible, la escena que pasó ante mis ojos no me hizo tanta impresión como las instrucciones en relación con ella que recibí en esa ocasión. El ángel que estaba a mi lado declaró que la suprema soberanía de Dios y el carácter sagrado de su ley deben ser manifestados a quienes rehúsan obstinadamente obedecer al Rey de reyes. Los que elijan permanecer infieles habrán de ser heridos por los juicios misericordiosos con el fin de que, si fuere posible, puedan despertar y percatarse de la pecaminosidad de su conducta” (Testimonios para la iglesia, t. 9, pág. 76 [1909]).CC 11.2

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