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Mente, Cáracter y Personalidad 2

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    3—Otras leyes

    Ley de la acción obediente—La actividad acrecienta la fuerza. En el universo de Dios reina perfecta armonía. Todos los seres celestiales están en constante actividad; y el Señor Jesús nos dio a todos un ejemplo de la obra de su vida. Anduvo “haciendo bienes”. Dios ha establecido la ley de la acción obediente. Todas las cosas creadas ejecutan callada pero incesantemente la obra que les fue señalada. El océano está en continuo movimiento. La naciente hierba que hoy es y mañana es arrojada en el horno, cumple su encargo vistiendo de hermosura los campos. Las hojas se mueven sin que mano alguna las toque. El sol, la luna y las estrellas cumplen útil y gloriosamente su misión.—Notas Biográficas de Elena G. de White, 95, 96 (1915).2MCP89 590.3

    Dominio universal de la ley—Toda la naturaleza se ilumina para aquel que aprende así a interpretar sus enseñanzas; el mundo es un libro de texto; la vida, una escuela. La unidad del hombre con la naturaleza y con Dios, el dominio universal de la ley, los resultados de la transgresión, no pueden dejar de hacer impresión en la mente y modelar el carácter.—La Educación, 100 (1903).2MCP89 590.4

    Transgredir las leyes de la naturaleza es transgredir las leyes de Dios—Una transgresión constante de las leyes de la naturaleza es una transgresión constante de la ley de Dios. Si los hombres hubieran sido siempre obedientes a los Diez Mandamientos, y hubieran puesto en práctica en sus vidas los principios de esos preceptos, no existiría la corriente de enfermedad que ahora inunda el mundo.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 8 (1890); Counsels on Health, 20.2MCP89 591.1

    La transgresión produce sufrimiento mental y físico—La naturaleza levanta su protesta contra toda transgresión de las leyes de la vida. Soporta el abuso tanto como puede; pero finalmente llega la retribución, y entonces sufren las facultades mentales y físicas. Y el castigo no recae sólo sobre el transgresor; los efectos de la complacencia se echan de ver en su descendencia, y de este modo el mal pasa de una generación a la otra.2MCP89 591.2

    Muchos se quejan de la Providencia cuando sus amigos sufren o son llevados por la muerte; pero no es el plan de Dios que los hombres y las mujeres soporten vidas de sufrimiento y mueran prematuramente con su tarea inconclusa. Dios quiere que vivamos la plena medida de nuestros días, con cada órgano en condición de salud, cada cual llevando a cabo su tarea asignada. Es injusto acusar al Señor de resultados que en muchos casos son consecuencia de la propia transgresión, por parte del individuo, de la ley natural.—The Review and Herald, 11 de febrero de 1902.2MCP89 591.3

    Respuesta al deísmo—Muchos enseñan que la materia posee poderes vitales; que se le impartieron ciertas propiedades y luego se la dejó actuar mediante su propia energía inherente; que las operaciones de la naturaleza se llevan a cabo en conformidad con leyes fijas, en las cuales Dios mismo no puede intervenir. Esta es una ciencia falsa, y no está respaldada por la Palabra de Dios. La naturaleza es la sierva de su Creador. Dios no anula sus leyes, ni tampoco obra contrariándolas: las usa continuamente como sus instrumentos. La naturaleza atestigua que hay una inteligencia, una presencia y una energía activa, que obran dentro de sus leyes y mediante ellas. Existe en la naturaleza la acción del Padre y del Hijo. Cristo dice “Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro”. Juan 5:17.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 106, 107 (1890).2MCP89 591.4

    La obediencia trae felicidad—Al mismo tiempo que aprenden [los estudiantes] a estudiar lecciones que enseñan todas las cosas creadas y todas las circunstancias de la vida, muéstreseles que las mismas leyes que rigen las cosas de la naturaleza y los sucesos de la vida deben regirnos a nosotros; que son promulgadas para nuestro bien; y que únicamente obedeciéndolas podemos hallar felicidad y éxito verdaderos.—La Educación, 103 (1903).2MCP89 592.1

    Los abarcantes principios de la Ley—En sus enseñanzas, Cristo mostró cuán abarcantes son los principios de la Ley pronunciados desde el Sinaí. Hizo una aplicación viviente de aquella Ley cuyos principios permanecen para siempre como la gran norma de justicia: la norma por la cual serán juzgados todos en aquel gran día, cuando el juez se siente y se abran los libros. El vino para cumplir toda justicia y, como cabeza de la humanidad, para mostrarle al hombre que puede hacer la misma obra, haciendo frente a cada especificación de los requerimientos de Dios. Mediante la medida de su gracia proporcionada al ser humano, nadie debe perder el cielo. Todo el que se esfuerza, puede alcanzar la perfección del carácter. Esto se convierte en el fundamento mismo del nuevo pacto del evangelio. La Ley de Jehová es el árbol. El evangelio está constituido por las fragantes flores y los frutos que lleva.—Mensajes Selectos 1:248, 249 (1898).2MCP89 592.2

    La más elevada sensación de libertad—En la obra de la redención no hay compulsión. No se emplea ninguna fuerza exterior. Bajo la influencia del Espíritu de Dios, el hombre está libre para elegir a quien ha de servir. En el cambio que se produce cuando el alma se entrega a Cristo, hay la más completa sensación de libertad. La expulsión del pecado es la obra del alma misma. Por cierto, no tenemos poder para librarnos a nosotros mismos del dominio de Satanás; pero cuando deseamos ser libertados del pecado, y en nuestra gran necesidad clamamos por un poder exterior y superior a nosotros, las facultades del alma quedan dotadas de la fuerza divina del Espíritu Santo y obedecen los dictados de la voluntad, en cumplimiento de la voluntad de Dios.—El Deseado de Todas las Gentes, 431, 432 (1898).2MCP89 593.1

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