El peso que podría salvar un alma
El Señor ha hecho provisión para que todos puedan ser alcanzados mediante el mensaje de la verdad, pero los recursos colocados en las manos de sus mayordomos para ese mismo propósito, han sido dedicados egoístamente a la gratificación de sí mismos.CMC 304.2
¡Cuánto ha sido desperdiciado descuidadamente por nuestra juventud, gastado para la complacencia propia y la ostentación, en cosas sin las cuales habrían podido ser igualmente felices! Cada peso que poseemos es del Señor. En lugar de gastar dinero en cosas innecesarias, deberíamos invertirlo para responder a los llamamientos de la obra misionera.CMC 304.3
A medida que se abren nuevos campos, aumentan constantemente los pedidos de más recursos. Si alguna vez hemos necesitado ejercer economía, es ahora. Todos los que trabajan en la causa deberían comprender la importancia que tiene el seguir de cerca el ejemplo del Salvador dado en la abnegación y economía. Deberían ver en los medios que manejan un depósito que Dios les ha encomendado, y deberían sentirse obligados a ejercer tacto y habilidad financiera en el uso del dinero de su Señor. Cada centavo debería atesorarse cuidadosamente. Un centavo parece una suma ínfima, pero cien centavos son un peso, y éste correctamente gastado puede constituir el medio de salvar a un alma de la muerte. Si todos los recursos que nuestro propio pueblo ha malgastado en la gratificación de sí mismo se hubiesen dedicado a la causa de Dios, no habría tesorerías vacías, y podrían establecerse misiones en todas partes del mundo.CMC 304.4
Que los miembros de la iglesia ahora abandonen su orgullo y sus adornos. Cada uno debería mantener a mano una caja misionera, y colocar en ella cada centavo que se sienta tentado a gastar en la gratificación de sí mismo. Pero hay que hacer algo más fuera de suprimir las cosas superfluas. Hay que practicar la abnegación. Algunas de nuestras cosas confortables y deseables deben ser sacrificadas. Los predicadores deben aguzar sus mensajes, no sólo combatiendo la gratificación de sí mismo y el orgullo en el vestir, sino también presentando a Jesús, su vida de abnegación y sacrificio. Que el amor, la piedad y la fe sean atesorados en el corazón, y entonces frutos preciosos aparecerán en la vida.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 293.CMC 305.1