Menos del yo
Granville, Australia,
13 de septiembre de 1895
Nuestros pastores ciertamente tienen que cambiar. En su corazón y en su carácter debe haber más de Cristo y menos del yo. Debemos ser representantes de nuestro Señor. Los que han tenido gran luz y preciosas oportunidades son responsables ante Dios, quien ha dado a cada hombre su obra. Nunca han de traicionar el sagrado cometido, sino que ciertamente han de ser la luz del mundo.TM 245.1
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”. Aquí hay una declaración que define el propósito del Señor hacia un pueblo corrompido e idólatra. “¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión”. ¿Tendrá que abandonar Dios a un pueblo, en favor del cual ha hecho algo tan grande, a saber, dar a su Hijo unigénito, la expresa imagen de sí mismo? Dios permite que su Hijo sea entregado por nuestras ofensas. El mismo asume los atributos del juez frente al portador del pecado, despojándose de las amorosas características de un padre.TM 245.2
De este modo el amor se manifiesta en la forma más maravillosa a una raza rebelde. ¡Qué espectáculo para los ángeles! ¡Qué esperanza para el hombre, ya que “siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”! El justo sufrió por el injusto; llevó nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”TM 246.1
Como testigos escogidos por Dios, ¿valoramos la posesión adquirida por Cristo? ¿Estamos listos para hacer cualquier sacrificio que esté a nuestro alcance para ponernos bajo el yugo de Cristo, para cooperar con él y ser colaboradores de Dios? Todos los que resisten la prueba de Dios, obedeciendo sus mandamientos, aman a la raza humana que perece, como Cristo la amó. Siguen el ejemplo de Cristo, de trabajo fervoroso y abnegado, al buscar por los caminos y por los vallados a los encumbrados y a los humildes, a los ricos y a los pobres, y al llevar a todos el mensaje de que ellos son el objeto especial del amor y del tierno cuidado de Cristo.TM 246.2
Trabajemos por todos
Tan grande es la ceguera y la ignorancia naturales de los hombres con respecto a Dios y al Salvador, que todos los que aman a Jesús pueden encontrar una obra que hacer. Nadie que tenga verdadero amor por Cristo permanecerá indiferente e indolente. Hay una señalada diferencia entre el carácter y la vida de los que obedecen todos los mandamientos de Dios, y los que son desobedientes. Los padres no han reprimido el egoísmo de sus hijos. Se ha cultivado la complacencia propia. Por el servicio del yo, las multitudes están atadas al servicio de Satanás. Son esclavos de sus propios impulsos y pasiones, que se hallan bajo el control del maligno. Al llamarlos a su servicio, Dios les ofrece libertad. La obediencia a Dios es libertad de la servidumbre del pecado, liberación de la pasión y del impulso humanos.TM 246.3
Pero hemos de hacer frente a hombres que usan todo su poder para calumniar a los que son leales a Dios, y contender con ellos. Su ingenio y la inteligencia que Dios les ha dado los dedican a presentar la obediencia a los mandamientos de Dios como una tarea tediosa. Pero los que defienden los requisitos de la ley de Dios dan este testimonio: “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo”. “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma”. El Señor presenta la verdad en contraste con el error, y presenta también el resultado inevitable de aceptar la verdad, la experiencia que siempre sigue a la obediencia voluntaria, que es paz y descanso.TM 247.1
La tarea de los siervos de Dios
La tarea de los siervos de Dios consiste en presentar a Jesús. La obra de los ministros de Cristo consiste en lograr que las almas indefensas dependan de sus méritos. Los hombres que se apartan del sendero de la obediencia y le dan a la transgresión de la ley de Dios el carácter de virtud, están inspirados por el archiengañador. Están cegados por su poder. Necesitan verificar lo que puede hacer la verdad para capacitar a los hombres a mantener un carácter semejante al de Cristo cuando los asalta la tentación a imponerse o impacientarse. Los enemigos de la verdad quieren provocar a los que enseñan la vigencia de los requerimientos de la ley de Dios. Si les pagamos con la misma moneda, triunfarán las huestes de Satanás. Encontrará una falla en la armadura. Por medio de su conducta desconsiderada, los instrumentos de Satanás tratan de tentar a los defensores de la verdad para que digan y hagan cosas no recomendables.TM 247.2
Cómo tratar a los que se oponen
Deben cultivarse la sensibilidad y la nobleza de alma; el espíritu de verdad y justicia debe dominar nuestra conducta, nuestras palabras y nuestra pluma. “El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. Si el ministro, cuando está frente a su congregación, ve una sonrisa de incredulidad en el rostro de los opositores, debe actuar como si no la viera. Si alguien fuera tan descortés como para reírse y manifestar desprecio, no refleje el ministro el mismo espíritu ni en su voz ni en su actitud. Mostrad que vosotros no manejáis tales armas. Muy a menudo escribe la pluma palabras hirientes, y al repetir las declaraciones de los defensores del error, nuestros hermanos a veces difunden el error. Esto es una equivocación. Presente vuestra pluma la verdad avanzada.TM 248.1
El Espíritu Santo no obra por medio de hombres que se complacen en ser ásperos y criticones. Ese espíritu se cultiva al enfrentar a los polemistas, y algunos se han habituado a estar siempre listos para combatir. Esto deshonra a Dios. No déis estocadas; no aprendáis la estrategia de Satanás en su escuela. El Espíritu Santo no inspira las palabras de censura. Un tiempo de angustia está ante nosotros, y toda alma honesta, que no ha tenido la luz de la verdad, se decidirá entonces por Cristo. Los que creen la verdad tienen que convertirse de nuevo cada día. Entonces serán vasos de honra.TM 248.2
No discutamos
No repitáis las palabras de vuestros opositores, ni discutáis con ellos. Enfrentáis no sólo a hombres, sino a Satanás y sus ángeles. Cristo no vilipendió a Satanás por causa del cuerpo de Moisés. Si el Redentor del mundo, que conocía las torcidas y engañosas artes de Satanás, no se atrevió a vilipendiarlo, sino que santa y humildemente dijo: “Jehová te reprenda, oh Satanás”, ¿no es acaso prudente que sus siervos sigan su ejemplo? ¿Seguirán los hombres finitos una conducta que Cristo evitó porque habría dado a Satanás ocasión de pervertir, distorsionar y falsificar la verdad?TM 249.1
Evitemos las alusiones personales
En este momento de la historia del mundo tenemos una obra demasiado grande que hacer para emprender un nuevo tipo de conflicto al enfrentar el poder sobrenatural de los agentes satánicos. Debemos evitar las alusiones personales, por más que nos sintamos tentados a aprovechar ciertos actos y palabras. Con paciencia debemos dominar nuestras almas. Hermanos, poned de manifiesto que estáis completamente del lado del Señor. Revele la santa Palabra de Dios la transgresión y el pecado, y manifieste el poder santificador de la verdad en los corazones humanos. No déis cabida a un espíritu arrogante que malogre la obra de Dios. Hay razones para agradecer al Señor en todo momento por el privilegio de estar relacionados con él.TM 249.2
Se necesita contrición de alma cada día, y el Señor declara el gran beneficio que reciben los que humillan su corazón y se esconden en Cristo. “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”. “Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”. “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu”. “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias. El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”.TM 249.3
Dejad que los que odian la ley del Señor se enfurezcan y vuelquen sus anatemas contra los que tienen valor moral para recibir y vivir la verdad. El Señor es nuestra fortaleza. Nuestra seguridad estriba no en confiar en el yo, sino en permitir que el Señor sea quien obre su voluntad en nosotros y por medio de nosotros. Mantengamos un espíritu contrito y humilde, que el Señor lo vivificará.TM 250.1
El valor del consejo
La estima propia y la adulación de sí mismo con toda seguridad despertarán en el corazón resentimiento contra cualquiera que se aventure a objetar la conducta de alguien. Todo lo que parezca consejo produce resentimiento e indignación como si tuviera el propósito de herir y lastimar. Si se fomenta esta actitud, conducirá a muchos males. Nadie se atreverá a deciros cuándo erráis, porque el fiel será considerado enemigo. De este modo la cortesía que debe existir entre los hermanos en la fe, muere a causa de la mala voluntad con que se interpretan las palabras de consejo dadas en el temor de Dios. Se interpretan mal las palabras, la imaginación exagera el asunto y se produce la enemistad.TM 250.2
No obstante, no debemos sentirnos afectados por la actitud que asuma un hermano. La suficiencia propia debe ser vencida. El amor al aplauso debe ser considerado como una trampa. Siempre estamos en peligro de cometer graves desatinos si confiamos en nuestra propia sabiduría y capacidad. Que esas cualidades revelen su verdadero valor, y serán apreciadas.TM 250.3
Espíritu de unidad e igualdad entre los obreros
El Espíritu de Dios me insta a aconsejar a mis hermanos a que se unan mutuamente en la obra. Amad como hermanos, sed compasivos, sed corteses, sed fieles como el acero el uno al otro, pero destruid el sentimiento de que sois superiores a vuestros hermanos ministros y que os induce a creer que no podéis uniros con ellos en la obra. Nadie debe creer que él solo debe hacer toda la tarea. Por mucha experiencia o capacidad que tenga, se necesitan otros talentos que se unan con los suyos. Es un error pensar que en un esfuerzo religioso los pensamientos de un solo hombre van a hacer su obra en favor de todos los corazones. Se necesitan hombres de diferentes mentalidades, hombres cuyos corazones se sientan tiernamente inclinados a ganar almas. Los diversos métodos de trabajo son verdaderamente esenciales para sembrar la semilla de la verdad y recoger la cosecha. A menudo ocurre que hombres limitados alcanzan corazones que se han endurecido como el acero contra las labores de otro hombre. Se necesita mucha oración. Si un alma se acerca a Dios en comunión, significa que Dios se acerca al alma que lo busca. Debe haber mayor dedicación del corazón y la vida al servicio de Dios.TM 251.1