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La Educación

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    Ante la disciplina de la vida

    Después de la disciplina del hogar y la escuela, todos tienen que hacer frente a la severa disciplina de la vida. La forma de hacerlo sabiamente constituye una lección que debería explicarse a todo niño y joven. Es cierto que Dios nos ama, que obra para nuestra felicidad y que si siempre se hubiese obedecido su ley nunca habríamos conocido el sufrimiento; y no menos cierto es que, en este mundo, toda vida tiene que sobrellevar sufrimientos, penas y preocupaciones como resultado del pecado. Podemos hacer a los niños y jóvenes un bien duradero si les enseñamos a afrontar valerosamente esas penas y preocupaciones. Aunque les debemos manifestar simpatía, jamás debería ser de tal suerte que los induzca a compadecerse de sí mismos. Por el contrario, necesitan algo que estimule y fortalezca, y no que debilite.ED98 295.1

    Se les debería enseñar que este mundo no es un desfile, sino un campo de batalla. Se invita a todos a soportar las dificultades como buenos soldados. Deben ser fuertes y conducirse como hombres. Enséñeseles que la verdadera prueba del carácter se encuentra en la disposición a llevar responsabilidades, ocupar el puesto difícil, hacer lo que hay que hacer, aunque no produzca reconocimiento ni recompensa terrenal.ED98 295.2

    El verdadero modo de enfrentar las pruebas no consiste en evitarlas sino en transformarlas. Esto se aplica a todo tipo de disciplina, tanto a la de los primeros años como a la de los últimos. El descuido de la educación en los primeros años de la vida del niño y el consecuente fortalecimiento de las malas tendencias dificulta su educación ulterior y es causa de que la disciplina sea, con demasiada frecuencia, un proceso difícil. Tiene que ser penosa para la naturaleza baja, pues se opone a los deseos y las inclinaciones naturales, pero se puede olvidar el dolor si se tiene en vista un gozo superior.ED98 295.3

    Enséñese al niño y al joven que todo error, toda falta, toda dificultad vencida, llega a ser un peldaño que conduce hacia las cosas mejores y más elevadas. Por medio de tales vicisitudes han logrado éxito todos los que han hecho de la vida algo digno de ser vivido.ED98 296.1

    “Las alturas logradas y conservadas por los grandes hombres.
    No fueron conseguidas repentinamente;
    Sino que, mientras sus compañeros dormían,
    Ellos aprovechaban la noche para seguir cuesta arriba.
    “Nos elevamos mediante las cosas que están debajo de nuestros pies;
    Mediante lo que hemos logrado dominar para el bien y el provecho.
    Mediante el orgullo destronado y la pasión destruida.
    Y la derrota de los males que encontramos a cada momento.
    “Las cosas comunes, los sucesos cotidianos,
    Que comienzan y terminan cada hora,
    Nuestros placeres y nuestros disgustos,
    Son peldaños por medio de los cuales podemos ascender”.
    ED98 296.2

    No debemos mirar “las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”.72 Corintios 4:18. Al sacrificar los deseos e inclinaciones egoístas cambiamos cosas sin valor y transitorias por cosas preciosas y duraderas. Esto no es sacrificio, sino ganancia infinita.ED98 296.3

    “Algo mejor” es el santo y seña de la educación, la ley de toda vida verdadera. Al pedirnos Cristo que abandonemos alguna cosa, nos ofrece en su lugar otra mejor. A menudo los jóvenes albergan propósitos y anhelan ocupaciones y placeres que no parecen malos, pero que distan mucho de ser buenos. Desvían la vida de su más noble propósito. Las medidas arbitrarias o la acusación directa pueden no servir para inducir a esos jóvenes a renunciar a lo que desean. Diríjaseles a algo mejor que la ostentación, la ambición o la complacencia. Póngaselos en contacto con una belleza más verdadera, con principios más elevados y con vidas más nobles. Permítaseles ver a Aquel que es “del todo amable”. Una vez que la mirada se fija en él, la vida halla su centro. El entusiasmo, la devoción generosa, el ardor apasionado de la juventud hallan en esto su verdadero objeto. El deber llega a ser un deleite y el sacrificio un placer. Honrar a Cristo, asemejarse a él, es la ambición superior de la vida, y su mayor gozo.ED98 296.4

    “El amor de Cristo nos constriñe”.82 Corintios 5:14.ED98 297.1

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