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Mente, Carácter y Personalidad 1

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    Rodeados por un muro indestructible

    Todo hogar cristiano debería tener reglas; y los padres, por sus palabras y su conducta el uno hacia el otro, tienen que dar a los niños un precioso ejemplo viviente de lo que ellos desean que lleguen a ser. La pureza del lenguaje y la verdadera cortesía cristiana ha de practicarse constantemente. No se estimule el pecado, ni las sospechas ni el hablar lo malo. Enseñen a los niños y jóvenes a respetarse a sí mismos, a ser fieles a Dios, fieles a los principios; enséñenlos a respetar y obedecer la ley de Dios. Entonces estos principios controlarán sus vidas y serán practicados en sus asociaciones con otros. Amarán a sus prójimos como a sí mismos. Crearán una atmósfera pura, que tendrá una influencia que estimule las almas débiles a andar por el sendero que conduce a la santidad y al cielo. Sea cada lección de un carácter elevador y ennoblecedor, y los registros en los libros del cielo serán tales que no los avergonzarán cuando los encuentren en el juicio. Los niños que reciben esta clase de instrucción no serán una carga, una causa de ansiedad en nuestras instituciones [educativas, médicas, editoriales, etc.]; sino serán una fuerza, un apoyo para los que llevan responsabilidades. Estarán preparados para ocupar cargos de confianza y por precepto y ejemplo ayudarán constantemente a otros a hacer lo correcto. Las personas cuya sensibilidad moral no ha sido dañada apreciarán los principios correctos y los practicarán. Estimarán correctamente sus dotes y harán el mejor uso de sus facultades físicas, mentales y morales. Estas almas son constantemente fortalecidas contra la tentación; están rodeadas por un muro que no se rompe con facilidad. Estas personas son, con la bendición de Dios, portaluces; su influencia tiende a elevar a otros hacia una vida cristiana práctica. La mente puede ser así elevada para que los pensamientos divinos y la contemplación de ellos llegue a ser tan natural como respirar.—Carta 74, 1896.1MCP 179.1

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