“Si Jehová no edificare la casa” (Salmos 127:1)
Los que piensan en casarse deben pesar el carácter y la influencia del hogar que van a fundar. Al llegar a ser padres se les confía un depósito sagrado. De ellos depende en gran medida el bienestar de sus hijos en este mundo, y la felicidad de ellos en el mundo futuro. En alto grado determinan la naturaleza física y moral de sus pequeñuelos. Y del carácter del hogar depende la condición de la sociedad. El peso de la influencia de cada familia se hará sentir en la tendencia ascendente de la sociedad.CJE 13.3
La elección de esposo o de esposa debe ser tal que asegure del mejor modo posible el bienestar físico, intelectual y espiritual de padres e hijos, de manera que capacite a unos y a otros para ser una bendición para sus semejantes y una honra para su Creador.5.El Ministerio de Curación, 275, 276.CJE 14.1
Jesús no empezó su ministerio haciendo alguna gran obra delante del Sanedrín de Jerusalén. Su poder se manifestó en una reunión familiar, celebrada en una pequeña aldea de Galilea, para aumentar el placer de una fiesta de bodas. Así demostró su simpatía por los hombres y su deseo de contribuir a su felicidad.6.El Deseado de Todas las Gentes, 118.CJE 14.2
El que creó a Eva para que fuese compañera de Adán realizó su primer milagro en una boda. En la sala donde los amigos y parientes se regocijaban, Cristo principió su ministerio público. Con su presencia sancionó el matrimonio, reconociéndole como institución que él mismo había fundado.7.El Ministerio de Curación, 275.CJE 14.3
Sólo la presencia de Cristo puede hacer felices a hombres y mujeres. Cristo puede transformar todas las aguas comunes de la vida en vino celestial. El hogar viene a ser entonces un Edén de bienaventuranza; la familia, un hermoso símbolo de la familia celestial.8.El hogar adventista (1894), 24.CJE 14.4
CJE 14.5
Septiembre de 1870CJE 15.1
Congreso Campestre
Clyde, Ohio
Queridos Edson y Emma,
Vosotros, hijos míos, os habéis entregado el corazón el uno al otro. En forma unida, entregadlo ahora enteramente y sin reservas a Dios. En vuestra vida matrimonial buscad la forma de elevaros el uno al otro. Mostrad los principios elevados y ennoblecedores de vuestra santa fe en vuestras conversaciones cotidianas y en la intimidad de vuestras vidas. Sed siempre cuidadosos y de sentimientos tiernos el uno para con el otro. No os permitáis ninguna censura irónica o burlona del uno hacia el otro, ni aun en forma de juego. Son peligrosas; lastiman. La herida puede quedar disimulada, y sin embargo existir, con lo que se sacrifica la paz y se arriesga la felicidad.CJE 15.2
Hijo mío, contrólate de tal modo que en ningún caso manifiestes la más mínima actitud que pueda interpretarse como proveniente de un espíritu dictatorial y abusivo. Habrá recompensa en vigilar tus palabras antes de pronunciarlas. Esto es más fácil que intentar retirarlas una vez pronunciadas o borrar la impresión que ellas provocaron. Habla siempre amablemente. Modula el tono de tu voz. Que tu rostro y tu voz expresen solamente amor, caballerosidad y suavidad. Propónte esparcir rayos de luz, pero nunca permitas una nube. Emma será todo lo que tú puedas desear si eres cuidadoso y si no le das ocasión para sentirse perturbada, atribulada o para que dude de la genuinidad de tu amor. Vosotros mismos podéis construir vuestra felicidad o echarla a perder. Podéis edificarla tratando de conformar vuestras vidas a la Palabra de Dios, de tal modo que sean íntegras, nobles, elevadas, y suavicen el sendero de la vida del uno para con el otro.CJE 15.3
Estad dispuestos a ceder el uno al otro. Edson, muéstrate dispuesto a ceder en algunas ocasiones. No seas insistente, aun cuando tu conducta te pueda parecer la correcta. Debéis estar dispuestos a ceder, a soportar, ser amables, tiernos de corazón, compasivos, corteses, manteniendo siempre la frescura de las pequeñas cortesías de la vida, de los actos tiernos, de las palabras tiernas, animadas y estimulantes. Que las mejores bendiciones del cielo puedan descansar sobre vosotros dos, mis queridos hijos, es la oración de vuestra madre.CJE 15.4
Ellen G. White
Carta 24, 1870.