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Mente, Cáracter y Personalidad 1

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    Capítulo 26—Amor fraternal

    El amor por otros produce gozo—Quisiera decir a mis hermanos de todas partes: ¡Cultiven el amor de Cristo! Debería surgir del alma del cristiano como manantiales en el desierto, que refrescan y embellecen, que llevan alegría, paz y gozo a su propia vida y a la de los demás.—Testimonies for the Church 5:565 (1889).1MCP89 246.1

    El ejemplo de amor abnegado es irresistible—Cuanto más estrechamente nos asemejemos a nuestro Salvador en el carácter, tanto mayor será nuestro amor hacia aquellos por quienes El murió. Los cristianos que manifiestan entre sí un espíritu de amor abnegado están dando un testimonio por Cristo que los incrédulos no pueden negar ni resistir. Es imposible estimar el poder de tal ejemplo. Nada tendrá tanto éxito en derrotar los propósitos de Satanás y sus emisarios, nada edificará tanto el reino del Redentor, como el amor de Cristo manifestado por los miembros de la iglesia.—Testimonies for the Church 5:167, 168 (1882).1MCP89 246.2

    El yo puede oscurecer el amor—El amor es un principio activo; mantiene continuamente delante de nosotros el bien de los demás, y reprime nuestras acciones desconsideradas a fin de no fracasar en nuestro objetivo de ganar almas para Cristo. El amor no busca lo suyo. No impulsará a los hombres a buscar su propia comodidad y la complacencia del yo. El respeto que tributamos al yo muy a menudo impide el crecimiento del amor.—Testimonies for the Church 5:124 (1882).1MCP89 246.3

    El amor produce humildad—El amor no se vanagloria. Es un elemento humilde; nunca impulsa a un hombre a jactarse, ni a exaltarse a sí mismo. El amor a Dios y a nuestros prójimos no se revelará en actos imprudentes ni nos llevará a ser molestos, criticones o dictatoriales. El amor no se envanece. El corazón donde reina el amor será guiado a una conducta suave, cortés y compasiva hacia los demás, ya sea que nos gusten o no, ya sea que nos respeten o nos traten mal.—Testimonies for the Church 5:123, 124 (1882).1MCP89 247.1

    El verdadero amor es modesto—La devoción que Dios requiere se revela en el amor sincero por las almas por las que Cristo dio su vida. Cuando Cristo vive en el corazón se manifestará por el amor que prescribe a sus discípulos. Sus hijos verdaderos preferirán a los demás antes que a sí mismos. No buscan la porción más grande en ningún lugar ni momento, porque no consideran que sus talentos sean superiores a los de sus hermanos. Cuando este es el caso, se mostrará la señal mediante una revelación del amor que Cristo manifestó por las almas de los hombres: un amor abnegado, genuino, que prefería el bienestar de los demás antes que el propio.—Manuscrito 121, 1899.1MCP89 247.2

    El amor transforma el carácter—Presenten el amor de Jesús a los que no conocen la verdad, y ésta obrará como levadura en la transformación del carácter.—Testimonies for the Church 8:60 (1904).1MCP89 247.3

    Amor egoísta—Dios quiere que sus hijos comprendan que para glorificarlo deben dar su afecto a aquellos que más lo necesitan... No debe manifestarse egoísmo en la mirada, en las palabras, o en los hechos, cuando se trata con aquellos que pertenecen a la misma preciosa fe... aunque sean encumbrados o humildes, ricos o pobres. El amor que concede palabras bondadosas solamente a unos pocos, mientras a otros se los trata con frialdad e indiferencia, no es amor, sino egoísmo, y de ninguna manera obrará para el bien de las almas o para la gloria de Dios. Nuestro amor... no debe reservarse para unos pocos y descuidar a otros. Romped la botella, y la fragancia llenará la casa.—Nuestra Elavada Vocacion, 233 (1899).1MCP89 247.4

    La habilidad no es un sustituto del amor—La charlatanería, el farisaísmo y la alabanza propia son abundantes; pero estas cosas nunca ganarán almas para Cristo. El amor puro y santificado, el amor como el que se reveló en la obra de Cristo, es un perfume sagrado. Como el vaso de alabastro que quebró María, llena de fragancia toda la casa. La elocuencia, el conocimiento de la verdad, los talentos extraordinarios, mezclados con amor, son todos dones preciosos. Pero la habilidad sola, los talentos más selectos, por sí solos, no pueden ocupar el lugar del amor.—Testimonies for the Church 6:84 (1900).1MCP89 248.1

    La generosidad es una prueba de amor—La prueba de nuestro amor está en un espíritu semejante al de Cristo, buena voluntad para impartir las cosas buenas que Dios nos dio, disposición para practicar la abnegación y el sacrificio propio a fin de ayudar en el avance de la causa de Dios y a la humanidad sufriente. Nunca deberíamos pasar de largo junto al objeto que apela a nuestra generosidad. Revelamos que hemos pasado de muerte a vida cuando actuamos como fieles mayordomos de la gracia de Dios. Dios nos ha dado sus bienes; nos ha dado la promesa de que si somos fieles en nuestra mayordomía, depositaremos en el cielo tesoros que son imperecederos.—The Review and Herald, 15 de mayo de 1900.1MCP89 248.2

    Dar amor genuino es un signo de discipulado—Por elevada que sea la profesión de fe, aquel cuyo corazón no está lleno de amor a Dios y a sus semejantes, no es verdadero discípulo de Cristo. Aunque posea gran fe y tenga poder hasta de obrar milagros, si no tiene amor, su fe no valdrá nada. Podrá manifestar mucha generosidad; pero si el motivo de sus acciones no es el amor genuino, aunque dé todos sus bienes para alimentar a los pobres, no merecerá el favor de Dios. En su celo podrá hasta afrontar el martirio, pero si no obra por amor, Dios lo considerará un engañado entusiasta o un hipócrita ambicioso.—Los Hechos de los Apóstoles, 262, 263 (1911).1MCP89 248.3

    El corazón en el cual gobierna el amor—El corazón en el cual gobierna el amor no estará lleno de pasión o venganza por injurias que el orgullo y el amor propio pudieran suponer como imposibles de sobrellevar. El amor no tiene sospechas, siempre interpreta en la forma más favorable los motivos y actos de los otros.—Testimonies for the Church 5:168, 169 (1882).1MCP89 249.1

    La actividad del ejército de Satanás, el peligro que rodea al alma humana, requieren las energías de todo obrero. Pero no se ejercitará compulsión alguna. La depravación del hombre ha de ser arrostrada por el amor, la paciencia y la longanimidad de Dios.—Testimonios Selectos 4:327; Testimonies for the Church 6:237 (1900).1MCP89 249.2

    Corrige las particularidades—Cuando un hombre es participante de la naturaleza divina, el amor de Cristo será un principio permanente en el alma, y el yo y sus peculiaridades no se exhibirán.—Testimonies for the Church 6:52 (1900).1MCP89 249.3

    Sólo el amor de Cristo puede sanar—Solamente el amor que fluye del corazón de Cristo puede sanar. Sólo aquel en quien fluye ese amor, como la savia en el árbol, o la sangre en el cuerpo, puede restaurar el alma herida.—La Educación, 109 (1903).1MCP89 249.4

    Prepara para toda eventualidad—Todo aquel que ame de veras a Dios, tendrá el espíritu de Cristo y un ferviente amor hacia sus hermanos. Cuanto más en comunión con Dios esté el corazón de una persona, y cuanto más se concentren sus afectos en Cristo, menos perturbada se sentirá ella por las asperezas y penurias que encuentre en esta vida.—Joyas de los Testimonios 2:187 (1889).1MCP89 249.5

    Nunca se obtiene la fraternidad por medio de componendas—Los que aman a Jesús y a las almas por quienes El murió, buscarán las cosas que contribuyan a la paz. Pero deben cuidarse, no sea que en sus esfuerzos por prevenir la discordia renuncien a la verdad, no sea que al evitar la división estén sacrificando los principios. La verdadera fraternidad nunca puede ser mantenida al comprometer los principios. Cuando los cristianos se acercan al modelo de la semejanza a Cristo y llegan a ser puros en espíritu y en acción, sentirán el veneno de la serpiente. Un cristianismo que es espiritual provoca la oposición de los hijos de la desobediencia... Esa paz y armonía que se obtienen por concesiones mutuas para evitar toda diferencia de opinión no merecen esos nombres. A veces se deberían hacer concesiones en asuntos que se relacionan con los sentimientos entre un hombre y otro; pero nunca debería sacrificarse ni una jota de los principios para obtener armonía.—The Review and Herald, 16 de enero de 1900.1MCP89 250.1

    El amor divino es imparcial—Cristo vino a esta tierra con un mensaje de misericordia y perdón. Puso el fundamento para una religión mediante la cual judíos y gentiles, negros y blancos, siervos y libres, están unidos en una fraternidad común, reconocidos como iguales a la vista de Dios. El Salvador ama sin límites a cada ser humano. En cada uno El ve posibilidades de mejorar. Con energía y esperanza divinas saluda a todos aquellos por quienes dio su vida.—Testimonies for the Church 7:225 (1902).1MCP89 250.2

    Abarca en un abrazo divino a la fraternidad humana—El amor mutuo santificado es sagrado. En esta gran obra, el amor mutuo de los cristianos—mucho más elevado, más constante, más cortés, más abnegado de lo que se haya visto—preserva la ternura, la benevolencia y la cortesía cristianas, y envuelve la hermandad humana en el abrazo de Dios, reconociendo la dignidad con que Dios ha investido los derechos del hombre. Los cristianos siempre deben cultivar esta dignidad para la honra y gloria de Dios.—Comentario Bíblico Adventista 5:1114 (1897).1MCP89 250.3

    Su amor por las almas mide su amor a Dios—El amor revelado en la vida de abnegación y sacrificio de Cristo ha de verse en la vida de sus seguidores. Se nos llama a “andar como él anduvo”... Es nuestro privilegio tener la luz del cielo sobre nosotros. Así anduvo Enoc con Dios. No fue más fácil para Enoc vivir una vida justa que lo que es para nosotros, en el tiempo actual. El mundo en su tiempo no favorecía más el crecimiento en la gracia y la santidad que el mundo actual... Vivimos en los peligros de los últimos días, y debemos recibir nuestra fuerza de la misma fuente. Debemos andar con Dios...1MCP89 251.1

    Dios pide que usted ponga toda su fuerza en la obra. Usted tendrá que dar cuenta por el bien que pudo haber hecho si hubiera estado donde debía. Es tiempo de que sea un colaborador con Cristo y los ángeles celestiales. ¿Despertará usted? Hay almas entre ustedes que necesitan de su ayuda. ¿Ha sentido usted la carga de llevarlas a la cruz? Recuerde que el grado de amor que usted tiene por Dios lo revelará en su amor por sus hermanos, y por las almas que están perdidas y arruinadas, sin Cristo.—The Review and Herald, 9 de enero de 1900.1MCP89 251.2

    Amor perfecto en la iglesia es la meta de Cristo—Jesús podría haber arrojado rayos de luz sobre los misterios más oscuros de la ciencia, pero no quería quitarle un solo momento a su enseñanza del conocimiento de la ciencia de la salvación. Su tiempo, su conocimiento, sus facultades, su vida misma tenían valor sólo como los medios para obrar la salvación de las almas de los hombres. ¡Oh, qué amor, que incomparable amor!1MCP89 251.3

    En contraste, notemos nuestros esfuerzos tibios, tímidos, medio paralizados en la obra del Señor Jesús. Escuchen sus palabras en su oración al Padre: “Les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos”. Juan 17:26. ¡Qué lenguaje! ¡Cuán profundo, cuán amplio, cuán pleno! El Señor Jesús desea esparcir su amor por medio de cada miembro de su cuerpo, su iglesia, a fin de que la vitalidad de ese amor pueda circular por cada parte del cuerpo y habite en nosotros así como habita en El. El Señor puede entonces amar al hombre caído así como ama a su propio hijo; y El declara que no estará satisfecho con nada menos que esto en nuestro favor.—Manuscrito 11, 1892.1MCP89 251.4

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