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Promesas para los últimos días

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    CAPÍTULO 2—PROMESAS PARA LOS DE EDAD AVANZADA

    Ahora que Ud. ya no puede mantenerse activa, y cuando las dolencias la asedian, todo lo que Dios requiere de Ud. es que confie en él. Encomiende a él su alma como a un fiel Creador. Sus misericordias son seguras y su pacto es eterno. Bienaventurado es el hombre que espera en el Señor su Dios y que guarda la verdad para siempre. Que su mente se posesione de las promesas y que las retenga... El le concederá su gracia para que Ud. sea paciente y confiada; le dará poder para vencer la impaciencia; confortará su corazón con su propio tierno Espíritu; vivificará su alma debilitada. Nos quedan tan sólo pocos días como peregrinos y extranjeros en este mundo, en busca de una patria mejor, la celestial. Nuestro hogar está en el cielo. Entonces fortalezca la confianza de su alma en Dios. Deposite sobre él todas sus cargas” (2MS 264, 265).PUD 15.1

    “¿No ha habido en vuestra experiencia algunas horas felices? ¿No habéis tenido algunos momentos preciosos en que vuestro corazón palpitó de gozo respondiendo al Espíritu de Dios? Cuando recorréis los capítulos pasados de vuestra vida, ¿no encontráis algunas páginas agradables? ¿No son las promesas de Dios fragantes flores a cada lado de vuestro camino? ¿No permitiréis que su belleza y dulzura llenen vuestro corazón de gozo?” (CC 117).PUD 16.1

    “Gracias a Dios por los hermosísimos cuadros que nos ha dado. Reunamos las benditas promesas de su amor para recordarlas siempre” (CC 118).PUD 16.2

    “Pedid a Dios que haga por vosotros esas cosas que no podéis hacer solos. Contadle todo a Jesús. Exponed abiertamente ante él los secretos de vuestro corazón; porque su ojo escudriña los recintos más íntimos del alma, y lee vuestros pensamientos como si fueran un libro abierto. Cuando hayáis pedido lo que sea necesario para el bien de vuestra alma, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Aceptad sus dones de todo corazón; porque Jesús murió para que vosotros pudierais poseer los tesoros del cielo, y por último tener morada con los ángeles celestiales en el reino de Dios.PUD 16.3

    “Si encontráis voz y tiempo para orar, Dios hallará tiempo y voz para responder” (MeM 16).PUD 16.4

    “La oración mueve el brazo de la Omnipotencia. El que manda a las estrellas en su orden en el firma- mento, cuya palabra domina a todo el mar, el mismo Creador infinito, obrará en favor de sus hijos si le invocan con fe” (2JT 153).PUD 16.5

    “Pregunté al ángel por qué no había más fe y poder en Israel. Me respondió: ‘Soltáis demasiado pronto el brazo del Señor. Asediad el trono con peticiones, y persistid en ellas con firme fe. Las promesas son seguras. Creed que vais a recibir lo que pidáis y lo recibiréis”‘ (PE 73).PUD 17.1

    “‘La paz de Dios gobierne en vuestros corazones, ... y sed agradecidos’ (Colosenses 3:15). Olvidando nuestras propias dificultades y molestias, alabemos a Dios por la oportunidad de vivir para la gloria de su nombre. Despierten las frescas bendiciones de cada nuevo día la alabanza en nuestro corazón por estos indicios de su cuidado amoroso. Al abrir vuestros ojos por la mañana, dad gracias a Dios por haberos guardado durante la noche. Dadle gracias por la paz con que llena vuestro corazón. Por la mañana, al medio día y por la la noche, suba vuestro agradecimiento hasta el cielo cual dulce perfume” (MC 195).PUD 17.2

    “Los que quieren esperar hasta que el curso de la vida esté por terminar antes de buscar a Dios, perderán una vida de dicha pura y elevada, felicidad que jamás se consigue al correr tras los placeres que brinda esta vida. Los que se han familiarizado desde hace mucho con Dios, y que desde la juventud bebieron felicidad de la pura fuente del cielo, están preparados para entrar en la familia de Dios” (MeM 161).PUD 17.3

    “En el lugar secreto de oración, donde ningún ojo puede ver ni oído oír sino únicamente Dios, podemos expresar nuestros deseos y anhelos más íntimos al Padre de compasión infinita; y en la tranquilidad y el silencio del alma, esa voz que jamás deja de responder al clamor de la necesidad humana, hablará a nuestro corazón” (DMJ 73).PUD 17.4

    “[Dios] quiere que sepamos con cuánto fervor y ternura se conmueve su corazón por nosotros. Nos convida a llevar nuestras pruebas a su simpatía, nuestras penas a su amor, nuestras heridas a su poder curativo, nuestra debilidad a su fuerza, nuestro vacío a su plenitud. Jamás deja frustrado al que se allega a él” (DMJ 73).PUD 18.1

    “Cuando nos vemos en estrecheces, debemos confiar en Dios. En todo trance debemos buscar ayuda en Aquel que tiene recursos infinitos” (MC 31).PUD 18.2

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