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Hijas de Dios

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    Enséñese a los hijos a formar buenos hábitos

    Esta carta fue escrita a Mary Nelson, el 19 de mayo de 1902. En ella se da consejo acerca de la educación y el desarrollo de los hijos.HD 202.5

    Querida Hna. Mary Nelson: Como cristiana tiene ciertos deberes que no han sido hechos. No les está dando a sus hijos la educación que necesitan; no está moldeando y formando el carácter de sus hijos de acuerdo a la semejanza divina. Su temperamento, al igual que el de su esposo, necesita ser suavizado. Su disposición desagradable y su dureza en el lenguaje deben ser completamente vencidas. Aunque es madre, todavía no ha aprendido las lecciones del dominio propio. Debiera cultivar rasgos agradables de carácter y una disposición dulce. No se demore en hacerlo, pues sus hábitos ya se están haciendo permanentes.HD 202.6

    Usted gobierna, pero no con amor. ¡Qué educación tan objetable están recibiendo sus hijos! No sería correcto que usted enseñara a los miembros más jóvenes de la familia de Dios, si lo va a hacer de la forma en que enseña a sus hijos.HD 202.7

    Debiera enseñarles a sus hijos a formar buenos hábitos. ¿Acaso echaría a perder su futura utilidad por no enseñarles hábitos de orden y limpieza? ¿No les enseñará con paciencia a limpiar su cuarto y mantener la ropa en orden?HD 203.1

    El regañarlos e irritarlos no les ayudará a reformarse. Al dirigirlos debe mostrar firmeza, pero mezclada con bondad. Enséñeles con diligencia cómo ser cristianos. Nunca levante su voz con pasión; nunca explote con ira, porque al hacerlo, en lugar de corregir sus errores, se mantendrán más tercos en su posición. Recuerde que ellos han heredado la disposición de sus padres, por lo tanto se va a encontrar nuevamente con sus propios defectos de carácter en la vida de sus hijos. Recuerde que si les habla rudamente estarán recibiendo un ejemplo que aprenderán a imitar. Tarde o temprano le responderán de la misma manera, puesto que usted ha mostrado el ejemplo equivocado en el hogar.HD 203.2

    ¿No cree que es el momento de cumplir sus deberes descuidados, y tratar de complacer a su esposo y educar correctamente a sus hijos? Mi hermana, lo mejor que usted puede hacer es confesar sus errores a su esposo y a sus hijos. Dígale a sus hijos que ese espíritu duro e irritable que usted ha cultivado no se parece al carácter de Cristo. Y entonces dígales: “Hijos, por la gracia y la fuerza que Cristo nos da, vamos a hacer un cambio decidido”. Pídales que la ayuden y dígales que usted los ayudará a ellos.HD 203.3

    Cristo está listo para ayudar a todo padre y toda madre a ser verdaderos educadores. Aquellos que aprenden en su escuela nunca castigarán a un hijo con ira; nunca hablarán una palabra dura con un tono desagradable; porque tales palabras lastiman el oído, agotan los nervios, causan sufrimiento mental y crean un estado de mente que hace imposible modificar el temperamento del niño a quien fueron dirigidas. A menudo, esta es la razón por la que los hijos hablan irrespetuosamente a sus padres.HD 203.4

    Recuerde que los niños tienen derechos que deben ser respetados. Su temperamento es muy fuerte, y les ha dado esos mismos rasgos de carácter a sus hijos. Usted necesita hacer la tarea de una madre en guiar y educar el pequeño rebaño; no se mantenga tan ocupada de la mañana a la noche, que fracase en hacer la tarea que Dios le ha encomendado [...].HD 203.5

    Mi querida hermana, usted está en necesidad de ayuda divina. Usted misma debe llevar el yugo de Cristo antes de poder enseñar correctamente a sus hijos cómo entregar sus corazones a Jesús. A fin de ser capacitada para esta tarea, busque la bendición especial de Dios; que el Espíritu Santo habite en su corazón transformándolo en una corriente de amor y gozo. Ore fervorosamente pidiendo por un espíritu manso y sereno. Con espíritu de mansedumbre busque cada día la bendición de Dios. Si cada día recibe las bendiciones de lo alto, su vida será refrescada y podrá impartir a sus hijos aquello que ha recibido. Y en la medida en que su carácter y su disposición vayan cambiando, usted misma será una influencia para cambiar también el carácter y la disposición de sus hijos.—Carta 47a, 1902.HD 203.6

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