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Hijas de Dios

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    Capítulo 16—Salud, ejercicio y vida saludable

    El conocimiento de que el hombre ha de ser templo de Dios, una habitación para revelar su gloria, debe ser el mayor incentivo para el cuidado y desarrollo de nuestras facultades físicas. Asombrosa y maravillosamente formó Dios el cuerpo humano, y nos manda que lo estudiemos, que nos demos cuenta de sus necesidades, que hagamos cuanto esté de nuestra parte para preservarlo de daño y contaminación.—El Ministerio de Curación, 206.

    El ejercicio aumenta la energía vital y favorece un sueño más dulce—Las damas descuidan el ejercicio de sus piernas al no caminar. El transporte nunca puede tomar el lugar de una caminata. Muchas que se sienten débiles podrían caminar si quisieran, pero no tienen la disposición para hacerlo. Las escucharéis diciendo: “¡Oh, no puedo caminar; me fatigo enseguida; me duele el costado; me duele la espalda!” Queridas hermanas, me gustaría que no tuvierais esas enfermedades, pero el abandonar una vida activa no os librará de ellas. Intentad comenzar con un ejercicio moderado y poned las normas que lo controlen; pero, ¡caminad! sí, ¡caminad! Si os es posible, ¡caminad! Aquellas que piensen que no pueden hacerlo, comiencen con una corta distancia. Se cansarán; sentirán dolores en la espalda y el costado, pero no se asusten. Las extremidades parecerán débiles, y no es de extrañarse, puesto que casi nunca se han usado [...].HD 169.1

    Si podéis caminar y perseverar en hacerlo, estaréis en camino a vuestra recuperación. Vuestro sueño será más dulce. Cada sucesiva caminata tratad de hacerla un poco más larga que la anterior. Y no caminéis como si se le hubiera agregado un peso a vuestras piernas [...]. Que el movimiento de los brazos os asista al caminar. Caminad con un espíritu alegre, admirando las bellezas de la naturaleza, escuchando el trino de los dulces cantores en sus alabanzas al Creador. Inspiraos con una buena actitud, mirando todo lo hermoso, todo lo bueno, todo lo alegre que pueda alivianar vuestros pasos y acompañar vuestros pensamientos durante todo el día.HD 170.1

    Continuad este ejercicio y no permitáis que nadie se interponga. Usad las extremidades que Dios os ha dado y pedidle a él fuerzas para hacerlo. Pero las fuerzas que pidáis debéis ejercitarlas cada día, puesto que no veréis ningún cambio a menos que lo experimentéis día a día. Dadle al Señor la oportunidad de hacer algo por vosotras, dando vosotras mismas el primer paso. Y cada día, aunque tengáis una sensación de cansancio, en verdad habrá progreso. El sueño os recuperará. Y aquellas que incrementen sus esfuerzos notarán que, si ahora no pueden dar más que unos pocos pasos; que no pueden trasladarse ni siquiera de la casa a la iglesia, después estarán en condiciones de caminar dos o tres kilómetros sin resentirse.HD 170.2

    Algunas, después de haberme escuchado acerca de la necesidad de caminar, recibieron mis ideas y decidieron inmediatamente ponerlas en práctica. Comenzaron su primera práctica caminando cerca de un kilómetro, y se sintieron tan cansadas y exhaustas, que consideraron que no era lo mejor para ellas. Se fueron a un extremo; no podían caminar tanto sin resentirse. Y algunas tienen la tendencia a irse a los extremos. No pueden fijar una regla y estar contentas con cumplirla; tienen que hacer más. Fallan en hacer un buen uso de la razón que el cielo les ha concedido.—The Health Reformer, 1 de julio de 1868.HD 170.3

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