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Fe y Obras

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    La sencillez de la salvación

    El que se aferre de la justicia de Cristo no ha de esperar ni por un momento que él mismo podrá borrar sus propios pecados. No necesita aguardar hasta haber experimentado un arrepentimiento satisfactorio antes de poder apropiarse de la justicia de Cristo. No entendemos el tema de la salvación. Es tan sencillo como el ABC. Pero no lo entendemos.FO 63.3

    Ahora bien, ¿cómo es que se arrepiente el ser humano? ¿Es algo que proviene de sí mismo? No; porque el corazón natural está en enemistad con Dios. Entonces, ¿cómo puede el corazón natural despertar al arrepentimiento cuando no tiene poder para hacerlo? ¿Qué es lo que induce al hombre al arrepentimiento? Es Cristo Jesús. ¿Cómo induce al hombre al arrepentimiento? Hay mil maneras en que puede hacerlo.FO 63.4

    El Dios del cielo está obrando sobre las mentes humanas todo el tiempo. En la Palabra de Dios se formula una invitación, y no sólo se formula allí, sino también por medio de todos los que creen en Jesucristo y revelan a Cristo en sus caracteres. Tal vez no se acerquen directamente a una persona para hablarle respecto a su condición de impenitencia; sin embargo, tal persona percibe, cuando entra en relación con algún discípulo de Jesucristo, que allí hay algo que ella no posee. Los fariseos advirtieron que en los discípulos de Jesús había algo que ellos no podían entender. Percibieron algo maravilloso, y en sus mentes quedó claro que los discípulos habían estado escuchando a Jesús y que habían aprendido de El sus lecciones.FO 64.1

    Hay impresiones que se producen todo el tiempo. Hay una atmósfera que rodea al alma humana, y esa atmósfera es una atmósfera celestial o una atmósfera infernal. No hay sino dos líneas diferentes. O estamos en esta materia del lado de Cristo o estamos del lado del enemigo. Y si continuamente extraemos rayos de la divina luz de gloria, los ángeles de Dios están a nuestro alrededor y hay una atmósfera que rodea al alma humana. Nuestra actitud, nuestras palabras, dan testimonio de una conversión genuina a todos los que entran en la esfera de nuestra influencia. “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga”.FO 64.2

    Ahora que somos ramas de la Vid viviente seremos nutridos por la savia que fluye de la Vid. Fluye a todas las ramas todo el tiempo, y cada rama llevará fruto para la gloria de Dios. “A vuestro Padre le ha placido” “que llevéis mucho fruto”. Bien, entonces, ¿cuál es nuestra actitud? Debe ser una actitud de fe viva.FO 64.3

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