La fe y las obras van de la mano
Jesús murió para salvar a su pueblo de sus pecados, y la redención en Cristo significa cesar de transgredir la ley de Dios y liberarse de todo pecado; ningún corazón que está agitado de enemistad contra la ley de Dios está en armonía con Cristo, quien sufrió en el Calvario para vindicar y exaltar la ley delante del universo.FO 98.1
Los que hacen osadas pretensiones de santidad demuestran, por esto mismo, que no se ven a la luz de la ley; no están espiritualmente esclarecidos, y no aborrecen todo género de agoísmo y orgullo. De sus labios contaminados por el pecado fluyen las contradictorias declaraciones: “Soy santo, soy impecable. Jesús me enseña que si guardo la ley estoy destituido de la gracia. La ley es un yugo de esclavitud”. El Señor dice: “Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas de la ciudad”. Deberíamos estudiar cuidadosamente la Palabra de Dios a fin de que podamos tomar decisiones correctas, y actuar consecuentemente; porque entonces obedeceremos la Palabra y estaremos en armonía con la santa ley de Dios.FO 98.2