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La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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    Capítulo 65—Cristo y el canto

    Cristo fue victorioso sobre la tentación cuando era niño—Cuando Cristo era niño, como los que están aquí presentes, era tentado a pecar, pero nunca cedió a la tentación. Mientras crecía era tentado, pero los cantos que su madre le había enseñado, venían a su mente y él elevaba su voz en alabanza. Y antes de que sus compañeros se dieran cuenta, ellos también estaban cantando junto con él. Dios quiere que usemos cada facilidad que el cielo nos ha provisto, para resistir al enemigo.—Manuscrito 65, 1901.VEUC 457.1

    Cantos de fe y santa alegría—Durante su vida terrenal, Jesús hizo frente a la tentación con un canto. A menudo, cuando se decían palabras mordaces y ofensivas, cuando la atmósfera que lo rodeaba era sombría a causa de la melancolía, el disgusto, la desconfianza o el temor opresivo, se oía su canto de fe y santa alegría.—La Educación, 166.VEUC 457.2

    Su comunión con el cielo mediante el canto—Cristo descendió a la pobreza, para poder enseñarnos cuán cerca podemos caminar con Dios en nuestra vida diaria. El tomó la naturaleza humana para poder simpatizar con todos los corazones. Fue capaz de simpatizar con todos. Podía participar en el tráfago, cumplir su parte para sostener a la familia en sus necesidades, acostumbrarse al cansancio, y no obstante no demostrar impaciencia. Su espíritu nunca estuvo tan lleno de cuidados mundanales, que no le dejara tiempo ni pensamiento, para las cosas celestiales. A menudo se comunicaba con el cielo por medio del canto. Muchas veces los habitantes de Nazaret escucharon su voz levantarse en oración y agradecimiento a Dios; y los que se asociaban con él, que muchas veces se quejaban de su cansancio, eran alegrados por la dulce melodía que salía de sus labios.—The Review and Herald, 24 de octubre de 1899.VEUC 458.1

    Saludaba el día con sus cantos—El alba le encontraba a menudo en algún retiro, sumido en la meditación, escudriñando las Escrituras, o en oración. Con su canto daba la bienvenida a la luz del día. Con himnos de acción de gracias amenizaba las horas de labor, y llevaba la alegría del cielo a los rendidos por el trabajo y a los descorazonados.—El Ministerio de Curación, 34.VEUC 458.2

    La fragancia de sus cantos era como incienso—A menudo expresaba su alegría cantando salmos e himnos celestiales. A menudo los moradores de Nazaret oían su voz que se elevaba en alabanza y agradecimiento a Dios. Mantenía comunión con el Cielo mediante el canto; y cuando sus compañeros se quejaban por el cansancio, eran alegrados por la dulce melodía que brotaba de sus labios. Sus alabanzas parecían ahuyentar a los malos ángeles y, como incienso, llenaban el lugar de fragancia. La mente de los que le oían se alejaba del destierro que aquí sufrían, para elevarse a la patria celestial.—El Deseado de Todas las Gentes, 54.VEUC 459.1

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