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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9

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    Con celo incansable

    Debemos presentar la última advertencia de Dios a los seres humanos, con ferviente estudio de la Biblia y activa difusión de la luz. Que cada alma que ha recibido la iluminación divina trate de impartirla a otros. Que los obreros vayan de casa en casa y abran la Biblia ante la gente, que hagan circular las publicaciones, que comuniquen a otros la luz que ha bendecido sus propias almas. Que las publicaciones se distribuyan juiciosamente, en los trenes, en la calle, en los grandes barcos que surcan los mares y por correo.9TPI 99.4

    Hay que llevar a cabo una gran obra, y los que conocen la verdad debieran ayudar con entusiasmo. El amor de Cristo debe llenar sus corazones. El Espíritu de Cristo debe derramarse sobre ellos, y deben prepararse para el juicio. Al consagrarse a Dios, un poder convincente apoyará sus esfuerzos por presentar la verdad a otras personas. No debemos continuar durmiendo en el terreno encantado de Satanás, sino que debiéramos poner en acción todos nuestros recursos, y aprovechar toda facilidad provista por la Providencia. La última advertencia debe ser proclamada ante “muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes” (Apocalipsis 10:11); y se les ha dado esta promesa: “He aquí estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20.9TPI 99.5

    Se me ha instruido que llame la atención de los ministros a las ciudades en las que no hemos trabajado, y que los urja por todos los medios posibles a abrir el camino para la presentación de la verdad. En algunas de las ciudades en que se presentó por primera vez el mensaje de la segunda venida del Señor, nos sentimos compelidos a llevar a cabo la obra como si se tratara de un nuevo campo. ¿Durante cuánto tiempo más pasaremos por alto estos campos improductivos, estas ciudades en las que no hemos entrado? La siembra de la semilla debe comenzar sin pérdida de tiempo en muchos lugares.9TPI 100.1

    El Señor exige que sus servidores manifiesten un espíritu que capte con rapidez el valor de las almas, que discierna prontamente los deberes que deben llevarse a cabo y que cumpla rápidamente las obligaciones que el Señor les ha impuesto. Debe existir una dedicación que no contemple ningún interés terrenal de suficiente valor como para tomar el lugar de la obra que debe realizarse en ganar almas para el conocimiento de la verdad.9TPI 100.2

    Ministros, predicad las verdades que conducirán hacia el trabajo personal por los que viven sin Cristo. Animad el esfuerzo personal en toda forma posible. Recordad que el trabajo de un ministro no consiste solamente en predicar. Debe visitar a las familias en sus hogares, orar y estudiar la Biblia con ellas. El que trabaja fielmente fuera del púlpito logrará diez veces más que el que no lo hace. Que nuestros ministros lleven su carga de responsabilidad con temor y temblor, que se vuelvan al Señor en busca de sabiduría y que pidan constantemente su gracia. Que conviertan a Jesús en su modelo, y que estudien con diligencia su vida para introducir en sus prácticas cotidianas los principios que lo motivaron en su servicio cuando vivió en el mundo. 9TPI 100.3

    *****

    “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Esta es una receta para la curación de todos los males mentales, físicos y espirituales. Es el don de Cristo para quienes lo buscan con sinceridad y en verdad. El es el Gran Sanador. Luego viene otra invitación: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Mateo 11:28-30. Al llevar el yugo de Cristo y al aprender de él la lección de la humildad, encontramos reposo en la fe y confianza. Descubrimos que el yugo de Cristo es fácil, y ligera su carga.9TPI 101.1

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