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El Evangelismo

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    Santificación y santidad falsas

    Cuidado con la doctrina que dice “cree solamente”—Encontraremos doctrinas falsas de toda clase, y seremos descarriados a menos que estemos familiarizados con lo que Cristo ha dicho y estemos siguiendo sus instrucciones. Una de las más peligrosas de estas doctrinas es la que aboga por una falsa santificación. Algunos pretenden ser santos y sin embargo están quebrantando los mandamientos de Dios. Su pretensión de que están sin pecado es falsa y no debe aceptarse...Ev 432.3

    Otra doctrina que se presentará es la que sostiene que lo único que tenemos que hacer es creer en Cristo: creer en que él ha perdonado nuestros pecados y que después de que hemos sido perdonados ya es imposible que pequemos. Esto constituye una trampa de Satanás. Es cierto que debemos creer en Cristo. El es nuestra esperanza de salvación. Pero también es cierto que cada día debemos llevar a cabo nuestra salvación individual con fe, sin jactancia pero con temor y temblor. Debemos utilizar en su servicio todo el poder de que disponga nuestro ser, y después de haber hecho lo mejor posible, debemos considerarnos como siervos inútiles. El poder divino se unirá con nuestros esfuerzos, y al aferramos a Dios con la mano de la fe Cristo nos impartirá su sabiduría y justicia. Así es como mediante su gracia seremos capacitados para edificar sobre un fundamento seguro.—Manuscrito 27, 1886.Ev 432.4

    Una posesión superficial de santidad—Los que han de seguir a Cristo deben estar arraigados en los principios de la verdad. Necesitan comprender lo que la Biblia enseña concerniente a la fe y a la santificación mediante la verdad. Deben estar de tal manera afirmados en su conocimiento que no puedan ser inducidos a adoptar falsas posiciones en la doctrina de la santidad, sino que sean capaces de ilustrar en sus vidas la acción práctica de este principio dado por el cielo. El pueblo de Dios debe poder distinguir entre lo genuino y lo falso.Ev 433.1

    Hay quienes profesan santidad, quienes declaran que son enteramente del Señor, quienes pretenden tener derecho a las promesas de Dios, y todo esto mientras no obedecen sus mandamientos...Ev 433.2

    Es cierto que hay quienes nunca han tenido la luz de la verdad de frente y que mediante la gracia que Cristo les ha dado están guardando la ley hasta donde la comprenden. Los que viven en esta forma de acuerdo con la mejor luz que poseen, no se encuentran en la clase que el apóstol Juan condena. Sus palabras se aplican a los que se jactan de creer en Jesús, a los que pretenden poseer santidad, y al mismo tiempo tratan livianamente los requerimientos de la ley de Dios. Mientras hablan del amor de Jesús, su amor no es suficientemente profundo como para inducirlos a obedecer. Los frutos que llevan muestran el carácter del árbol. Prueban que su fe no es genuina. Sin embargo esta clase, aunque no tiene derecho a nada, aunque no tiene derecho a las promesas de Dios, reclama todas sus bendiciones atrevidamente. Mientras no dan nada lo reclaman todo para sí. Cierran sus oídos a la verdad, rehúsan escuchar el claro “Así dice Jehová”, pero al profesar poseer la santidad engañan a muchos y descarrían las almas por medio de su fe presuntuosa que no tiene fundamento.—Gospel Workers, 226, 227 (1892).Ev 433.3

    Otra doctrina falsa: no importa lo que uno cree—Hay muchos cuya religión consiste en una mera teoría. Para ellos una emoción feliz es santidad. Dicen: “Venid a Jesús y creed en él. No importa lo que creáis mientras seáis honrados en vuestra creencia”. No tratan de hacer que el pecador comprenda el verdadero carácter del pecado...Ev 433.4

    Satanás quiere que cada transgresor de la ley de Dios pretenda ser santo. Esto es lo que él mismo está haciendo. Queda satisfecho cuando los hombres apoyan su fe en doctrinas falsas y en un entusiasmo religioso, porque puede utilizar a tales personas con ventaja en su tarea de engañar a las almas. Hay muchas personas supuestamente santificadas que están ayudando a Satanás en su obra. Hablan mucho de los sentimientos y de su amor a Dios. Pero Dios no reconoce su amor, porque es un engaño del enemigo. Dios ha dado luz a esas personas pero ellas han rehusado aceptarla. Recibirán la recompensa de la desobediencia cuando la reciba el padre de la mentira.—The Review and Herald, 26 de junio de 1900.Ev 434.1

    Otro error: los mandamientos han sido suprimidos—Cristo amonesta a sus seguidores: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”. Mateo 7:15. Los exhorta a no ser engañados cuando los falsos pastores presentan sus doctrinas. Esos hombres nos dicen que los mandamientos de Dios han sido suprimidos por la muerte de Cristo. ¿Creeremos a esos hombres que pretenden ser santificados mientras rehúsan obedecer a Dios? Afirman que el Señor les ha dicho que no necesitan guardar los diez mandamientos; ¿pero se lo ha dicho el Señor? No, Dios no miente.Ev 434.2

    Satanás, quien es el padre de la mentira, engañó a Adán en forma similar, diciéndole que no necesitaba obedecer a Dios, que no moriría si transgredía la ley de Dios. Pero Adán cayó y a causa de su pecado abrió las compuertas del mal sobre nuestro mundo. Y luego Satanás dijo a Caín que no necesitaba seguir expresamente el mandamiento de Dios presentando el cordero degollado como una ofrenda. Caín obedeció la voz del engañador, y porque Dios no aceptó su ofrenda mientras manifestó su aprobación por la ofrenda de Abel, Caín se levantó lleno de ira y asesinó a su hermano.Ev 434.3

    Necesitamos saber por nosotros mismos qué voz estamos obedeciendo, si es la voz del Dios verdadero y viviente o si es la voz del gran apóstata...Ev 434.4

    Cuando el símbolo encontró la realidad en la muerte de Cristo, cesó la ofrenda de sacrificio. La ley ceremonial quedó suprimida. Pero por la crucifixión la ley de los diez mandamientos fue establecida. El Evangelio no ha abrogado la ley ni ha suprimido ni una jota de sus pretensiones. Todavía exige santidad en todo sentido. Es el eco de la propia voz de Dios que hace a cada alma esta invitación: Asciende un poco más alto. Sé santo, siempre más santo.—The Review and Herald, 26 de junio de 1900.Ev 434.5

    Una advertencia oportuna—Como pueblo hemos caído en el error opuesto. Reconocemos la validez de la ley de Dios y enseñamos a la gente el deber de obedecerla. Creemos en que debemos darlo todo pero no alcanzamos a ver que también debemos recibir tanto como dar. No logramos tener esa confianza, esa fe que mantiene el alma anclada en Cristo. Reclamamos poco cuando podríamos reclamar mucho, porque las promesas de Dios no tienen límite.Ev 435.1

    Por la falta de fe, muchos que procuran obedecer los mandamientos de Dios tienen poca paz y gozo; no representan correctamente el sacrificio que debe realizarse mediante la obediencia a la verdad. No están anclados en Cristo. Muchos sienten que a su experiencia le falta algo; desean algo que no poseen; y en esa forma algunos son inducidos a asistir a las reuniones de los que enseñan la doctrina de la santidad, y quedan encantados por las opiniones de los que quebrantan la ley de Dios.Ev 435.2

    Nuestro deber consiste en predicar la fe, en presentar el amor de Cristo en conexión con las pretensiones de la ley; porque la una no puede comprenderse sin la otra. En cada discurso hay que espaciarse en la presentación del amor de Dios tal como ha sido manifestado en Cristo, como la única esperanza del pecador, hasta que la gente comprenda algo de su poder y de su gran valor. Si esto se hace como debiera hacerse, no se dirá de este pueblo que enseña la ley pero no cree en el arrepentimiento, la fe y la conversión. Queremos que estos temas interactúen en la forma como Dios los ha hecho interactuar; sólo entonces la verdad se presentará en forma completa y no como una mera teoría, sino como un poder que transformará el carácter. Entonces será predicada con manifestación del Espíritu y con poder. Entonces los que han aceptado las doctrinas de la Biblia no quedarán sin ser alimentados, porque sentirán la influencia vivificadora del Espíritu Santo.—Gospel Workers, 227, 228 (1892).Ev 435.3

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