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Testimonios Selectos Tomo 5

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    Capítulo 4—La responsabilidad de los esposos

    Estimado Hermano y Estimada Hermana: Acabáis de uniros para toda la vida. Empieza vuestra educación en la vida marital. El primer año de la vida conyugal es un año de experiencia, en el cual marido y mujer aprenden a conocer sus diferentes rasgos de carácter, como en la escuela un niño aprende su lección. No permitáis, pues, que se escriban durante ese primer año de vuestro matrimonio, capítulos que mutilen vuestra felicidad futura.5TS 20.1

    Para comprender lo que verdaderamente es el matrimonio, se requiere toda una vida. Los que se casan, ingresan en una escuela en la cual no acabarán nunca sus estudios.5TS 20.2

    Hermano mío, el tiempo, las fuerzas y la felicidad de su esposa están ahora ligados a los suyos. Su influencia sobre ella puede ser sabor de vida para vida o sabor de muerte para muerte. Cuide de no echarle a perder la vida.5TS 20.3

    Hermana mía, Vd. debe ahora tomar sus primeras lecciones prácticas acerca de sus responsabilidades como esposa. No deje de aprender fielmente estas lecciones día tras día. No abra la puerta al descontento o al mal humor. No busque una vida fácil y de ocio. Vele constantemente para no abandonarse al egoísmo.5TS 20.4

    En vuestra unión para toda la vida, vuestros afectos deben contribuir a vuestra felicidad mutua. Cada uno debe velar por la felicidad del otro. Tal es la voluntad de Dios para con vosotros. Mas aunque debéis confundiros hasta ser uno, ni el uno ni el otro debe perder su individualidad. Dios es quien posee vuestra individualidad; y a él debéis preguntar: ¿Qué es bueno?, ¿qué es malo? y ¿cómo puedo alcanzar mejor el blanco de mi existencia? “No sois vuestros. Porque comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” 1 Corintios 6:19, 20. Vuestro amor por lo que es humano debe ser secundario a vuestro amor por Dios. La abundancia de vuestro amor debe dirigirse hacia Aquel que dió su vida por vosotros. El alma que vive para Dios le tributa el mejor de sus afectos. ¿Se dirige la mayor parte de vuestro amor hacia Aquel que murió por vosotros? Si es así, vuestro amor recíproco será conforme al orden celestial.5TS 20.5

    Vuestro afecto podrá ser tan claro como el cristal, arrobador en su pureza, y sin embargo, podría ser superficial por no haber sido probado. Dad a Cristo, en todas las cosas, el lugar primero, el último y el mejor. Contempladle constantemente, y vuestro amor por él, en la medida en que sea probado, se hará cada día más profundo y más fuerte. Y a medida que crezca vuestro amor por él, vuestro amor mutuo aumentará también en fuerza y profundidad. “Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza.” 2 Corintios 3:18.5TS 21.1

    Tenéis ahora deberes que cumplir que no existían para vosotros antes de vuestro matrimonio. “Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de tolerancia.” Colosenses 3:12. Examinad con cuidado las instrucciones siguientes: “Andad en amor, como también Cristo nos amó. ... Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia. ... Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.” Efesios 5:2, 22-25. El matrimonio, unión para toda la vida, es semejanza de la unión de Cristo con su iglesia. El espíritu que Cristo manifiesta hacia su iglesia es el mismo espíritu que debe reinar entre los esposos.5TS 21.2

    Ninguno de los dos debe tratar de dominar. El Señor ha presentado los principios que deben guiarnos. El esposo debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia. La mujer debe respetar y amar a su marido. Ambos deben cultivar un espíritu de bondad, y estar bien resueltos a nunca perjudicarse ni causarse pena el uno al otro.5TS 21.3

    Hermanos míos, ambos tenéis una voluntad fuerte. Podéis hacer de ella una gran bendición o una gran maldición para vosotros y para aquellos con quienes tengáis relaciones. No tratéis de constreñiros el uno al otro. No podéis obrar así y conservar vuestro amor recíproco. Las manifestaciones de la propia voluntad destruyen la paz y la felicidad de la familia. No dejéis penetrar el desacuerdo en vuestra vida conyugal. De lo contrario seréis desdichados ambos. Sed amables en vuestras palabras y bondadosos en vuestras acciones; renunciad a vuestros deseos personales. Vigilad vuestras palabras, porque ellas ejercen una influencia considerable para bien o para mal. No dejéis traslucir irritación en la voz, mas poned en vuestra vida el dulce perfume de la semejanza de Cristo.5TS 22.1

    Antes de entrar en una unión tan íntima como el matrimonio, un hombre debiera saber dominarse a sí mismo y cómo obrar con los demás.5TS 22.2

    En la educación de los niños, hay ciertas circunstancias en las cuales la voluntad firme de la madre se halla en pugna con la voluntad irracional e indisciplinada del niño. En tales casos, la madre necesita mucha sabiduría. Al obrar de una manera poco prudente, al someter al niño por la fuerza, se le puede hacer un daño incalculable.5TS 22.3

    Una crisis de ese género debe evitarse tanto como se pueda, porque implica una lucha violenta tanto para la madre como para el niño. Pero cuando se manifiesta tal estado de cosas, hay que inducir al niño a someter su voluntad a la voluntad más sabia de sus padres.5TS 22.4

    La madre debe dominarse perfectamente ella misma, y no hacer nada que despierte en su hijo un espíritu de desafío. Nunca debe dar órdenes a gritos. Ganará mucho si conserva una voz dulce y amable. Debe obrar con su hijo de un modo que lo conduzca a Jesús. Ella debe acordarse de que Dios es su sostén, y el amor su fuerza. Si es una creyente prudente, no tratará de obligar a su hijo a someterse. Ella orará con fervor para que el enemigo no tenga la victoria, y mientras ore, se dará cuenta de que su vida espiritual se renueva. Verá que la misma potencia que obra en ella obra también en su hijo. Este se volverá más amable y sumiso. Así ganará la victoria. La paciencia, la bondad, las sanas palabras de la madre cumplen esa obra. La paz sucede a la tormenta como el sol a la lluvia. Los ángeles que observaron la escena entonan gozosos cantos.5TS 22.5

    Estas crisis se producen también entre marido y mujer. A menos que ellos estén bajo la influencia del Espíritu de Dios, manifestarán en tales ocasiones el mismo espíritu impulsivo e irracional que se revela tan a menudo en los niños. Esa lucha entre dos voluntades será entonces parecida al choque de la peña contra la peña.5TS 23.1

    Hermano mío, sea bueno, paciente, indulgente. Acuérdese de que su esposa le ha aceptado por marido no para que Vd. la domine sino para que sea su sostén. No sea nunca imperioso y arbitrario. No haga uso de su fuerte voluntad para obligar a su esposa a hacer lo que Vd. quiera. Acuérdese de que ella también tiene una voluntad y que tiene probablemente tantos deseos como Vd. de obrar según su criterio. Acuérdese también de que Vd. tiene la ventaja de una experiencia más larga. Tenga para ella miramientos y cortesía. “La sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos.” Santiago 3:17.5TS 23.2

    Hay una victoria que ambos debéis obtener, cueste lo que cueste: es la victoria sobre la terquedad. No la obtendréis sino mediante la ayuda de Cristo. Podréis luchar mucho tiempo para dominaros, pero será sin éxito si no recibís la fuerza de lo alto. Mediante la gracia de Cristo, podréis obtener la victoria sobre vosotros mismos y sobre vuestro egoísmo. Si vivís la vida de Cristo, si a cada paso consentís al sacrificio, si manifestáis constantemente una simpatía siempre mayor para con aquellos que necesitan ayuda, obtendréis victoria tras victoria. Día tras día, aprenderéis a dominaros y a fortalecer los puntos débiles de vuestros caracteres. El Señor Jesús será vuestra luz, vuestra fuerza, vuestra corona de gozo, porque habréis sometido vuestra voluntad a la suya.5TS 23.3

    Hombres y mujeres pueden alcanzar el ideal que Dios les propone si consienten en aceptar a Cristo como Ayudador suyo. Entregaos completamente a Dios. El pensamiento de que habéis de luchar para conseguir la vida eterna os fortalecerá y estimulará. Cristo puede daros fuerza para vencer. Mediante su ayuda, podréis destruir el egoísmo hasta en sus raíces más profundas.5TS 24.1

    Cristo murió para que la vida del hombre, envuelta en la suya, disfrute de la comunión de la divinidad y de la humanidad. El vino a la tierra y llevó una existencia divino-humana para que la vida de los hombres y mujeres fuese tan armoniosa como Dios lo desea. El Salvador os pide que os neguéis a vosotros mismos y llevéis vuestra cruz. Entonces nada podrá impedir, en vuestro ser entero y en vuestra vida diaria, un desarrollo sano y armonioso.5TS 24.2

    Recordad, hermanos míos, que Dios es amor, y que por su gracia podéis llegar a haceros mutuamente felices, según lo prometisteis en ocasión de vuestro casamiento. Por la fuerza del Redentor, podéis trabajar con sabiduría y potencia para ayudar a la regeneración de alguna existencia desdichada. ¿Qué hay de imposible para Cristo? El es perfecto en sabiduría, en justicia y en amor. No os encerréis en vosotros mismos; ni os contentéis con poner todos vuestros afectos el uno en el otro. Aprovechad cada ocasión de trabajar por aquellos que os rodean y compartid con ellos vuestros afectos. Las palabras amables, las miradas de simpatía, las expresiones de agradecimiento son para muchos de los que luchan a solas como un vaso de agua fresca para un alma sedienta. Una palabra de estímulo, un acto de bondad contribuyen mucho a aliviar el fardo que pesa sobre los hombros cansados. La verdadera felicidad se halla en el servicio desinteresado para servir a otros. Cada palabra, cada acción ejecutada en este espíritu queda anotada en los libros del cielo como habiendo sido dicha o hecha para Cristo. “Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis.” Mateo 25:40.5TS 24.3

    Vivid en el resplandor del amor del Salvador. Entonces vuestra influencia será bendita para el mundo. Permitid al espíritu de Cristo que se apodere de vosotros. Esté siempre en vuestros labios la ley de la bondad. La indulgencia y el altruismo caracterizan las palabras y las acciones de quienes nacieron de nuevo para vivir una vida nueva en Cristo Jesús.5TS 25.1

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