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Mensajes Selectos Tomo 3

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    Capítulo 21—Elena G. de White informa acerca del congreso de Mineápolis

    Una declaración que presenta el fondo histórico

    Este capítulo presenta una declaración escrita por Elena de White, preparada pocas semanas después de la finalización del Congreso de la Asociación General en 1888. Ella mira hacia atrás, a lo que ocurrió, y describe los sucesos. Las reuniones de Minneápolis se vieron dentro de una mejor perspectiva a medida que transcurrían los meses, y la declaración de Elena de White es sumamente iluminadora y significativa. Es necesaria, pues, una breve revisión del ambiente histórico.3MS 177.1

    El Congreso de la Asociación General en Minneápolis fue notable por los estudios de la Biblia, las discusiones relativas a la ley según Gálatas, y la justicia de Cristo recibida por la fe.3MS 177.2

    Esta sesión, a la cual asistieron 91 delegados, se llevó a cabo del 17 de octubre al 4 de noviembre, en Minneápolis, Minnesota, en nuestro templo construído un poco antes. Como de costumbre estaban presentes una cantidad de adventistas que no eran delegados. La sesión fue precedida por una asamblea ministerial de siete días, que se reunió desde el 10 de octubre hasta el 16. Los estudios de la Biblia comenzados en la asamblea, en cierta forma continuaron durante la sesión de la Asociación General, ocupando la hora del estudio bíblico.3MS 177.3

    Elena G. de White estaba presente y participó tanto en la asamblea como también en el congreso que duró 19 días. La sesión misma fue mayormente de rutina, pero resultó constructiva. Se recibieron informes y se celebraron reuniones de varios departamentos como el de Escuela Sabática, Salud y Temperancia, y el de la Sociedad de Tratados y Misiones. Se asignaron campos de trabajo a los pastores, se trazaron planes para el progreso de la causa, se eligieron dirigentes, y se nombraron comisiones.3MS 178.1

    Un relato basado en lo que se hizo y en los sentimientos manifestados, fue preparado por la pluma de W. C. White, quien, dos días antes de terminar la sesión, escribió lo siguiente a un ministro colega que trabajaba en los Estados del Sur:3MS 178.2

    “Estamos precisamente al final de otro Congreso General, y dentro de unos pocos días los delegados estarán esparcidos en sus respectivos campos, y otro año habrá empezado.3MS 178.3

    “Este ha sido un congreso muy interesante, y aunque no se caracterizó por toda la paz y la armonía que otras veces se ha manifestado, fue una reunión muy provechosa, pues se pusieron de relieve muchos principios importantes, y se llegó a algunas conclusiones que han de influir en nuestra obra futura. Muchos regresan de estas reuniones determinados a estudiar la Biblia como nunca antes, y esto resultará en una predicación más clara.3MS 178.4

    “Como sin duda Ud. lo habrá notado en el boletín, se han dado muchos pasos de avance en cuanto a nuestras misiones en el extranjero; también se han tomado algunas buenas providencias para el progreso de la obra en el sur” (W. C. White, carta a Smith Sharp, escrita desde Minneápolis, Minnesota, el 2 de noviembre de 1888).3MS 178.5

    Se observará que junto con este informe de progreso, el pastor White mencionó la falta de “paz y armonía que otras veces se ha manifestado” en nuestras sesiones de la Asociación General. Se refería a las discusiones teológicas que hicieron que la reunión de 1888 fuera diferente a todo otro congreso en la historia adventista.3MS 178.6

    Estas discusiones comenzaron en la asamblea ministerial que duró una semana, cuando, de acuerdo con la agenda, se consideraron temas tales como los diez reinos (Daniel 7), la divinidad de Cristo, el sanamiento de la herida de muerte (Apocalipsis 13), y la justificación por la fe. La discusión en cuanto a los diez reinos se tornó áspera y consumió una cantidad desproporcionada de tiempo. Algunos tópicos programados fueron eliminados. Cerca del fin de la asamblea, el pastor E. J. Waggoner, redactor asociado de Signs of the Times, comenzó una serie de estudios sobre la ley en el libro de Gálatas, que vinculó con su presentación de la fe cristiana y la justicia de Cristo. Estos temas continuaron durante la primera semana de la sesión de la Asociación General.3MS 179.1

    Estas series de estudios versaron especialmente sobre un tema que causó división: la ley en Gálatas. Se inició una prolongada discusión. No se hizo ninguna transcripción de las discusiones, pero las notas fragmentarias de uno o dos delegados, las observaciones que Elena de White registra, y los recuerdos de muchos de los que estaban presentes, revelan cuán intensa fue la discusión y los funestos efectos de la actitud de varios destacados dirigentes de la iglesia.3MS 179.2

    Aun antes de que los delegados se reunieran en Minneápolis había habido disputas, durante varios años, sobre los principales temas teológicos. Se estaba manifestando también en los corazones de algunos una actitud de resistencia hacia los mensajes de amonestación y reproche de la Hna. White, y una falta de aceptación de los mismos. Ella observó desde el comienzo una actitud extraña de antagonismo manifestada hacia su persona por algunos de los ministros dirigentes.3MS 179.3

    Cuando E. J. Waggoner se dirigió a la asamblea en cuanto al examen de la ley en Gálatas y la salvación por la fe, un espíritu de discordia dominó a algunos en las discusiones. Esto perturbó grandemente a Elena de White. Aunque no estaba lista para concordar con el pastor Waggoner en todos los puntos insignificantes de sus presentaciones sobre la ley en Gálatas, su corazón se entusiasmó por la clara enunciación de los principios de la justificación por la fe y de la justicia obtenida por medio de la fe en Cristo. Ella habló veinte veces en Minneápolis, y especialmente durante las reuniones que se tenían temprano por la mañana para los ministros, y rogó que hubiera una mente abierta para el estudio de la Biblia. Ella misma no habló sobre el tópico de la justificación por la fe.3MS 179.4

    Las reacciones al énfasis sobre esta verdad vital fueron mixtas. En el Congreso General de 1893, A. T. Jones, hablando de la recepción de las verdades presentadas en Minneápolis, informó: “Yo sé que algunos que estaban allí las aceptaron; otros las rechazaron totalmente. Ud. sabe también la misma cosa. Otros trataron de quedarse en un punto intermedio, y tomarlo de esa manera”.—The General Conference Bulletin, 185.3MS 180.1

    Las discusiones a veces estaban caldeadas. Algunos que temían que el nuevo énfasis debilitara la fuerte posición de la iglesia sobre la ley de Dios, particularmente la verdad del sábado, resistieron fuertemente el mensaje sobre la justificación por la fe. No se tomó ningún acuerdo sobre este punto, ni sobre ningún otro presentado en los estudios de la Biblia.3MS 180.2

    En una carta escrita el último día de las reuniones—carta que aparece en esta parte—, Elena de White informó: “Mi ánimo y mi fe son buenos”, a pesar del casi “incomprensible juego de tira y afloja” por el cual habían pasado; y expresó su convicción, según lo que vio en forma inmediata, de que “la reunión resultará en un gran bien”.—Carta 82, 1888. Pocas semanas más tarde ella escribió una declaración mientras analizaba retrospectivamente el Congreso General de Minneápolis, la mayor parte del cual se presenta en esta sección.3MS 180.3

    En las semanas y los meses que siguieron se desarrolló una fuerte oposición en Battle Creek, donde estaba la dirección general de la iglesia, y donde se encontraban tres de sus mayores instituciones. Elena de White frecuentemente se ausentaba de Battle Creek para llevar el mensaje a las iglesias. A veces trabajaba con los pastores Jones y Waggoner mientras los tres se ocupaban en la presentación de las preciosas verdades del Evangelio. Dirigió una reunión importante y llena de éxito para nuestros ministros, en enero de 1889, en South Lancaster, donde muchos fueron “grandemente bendecidos”. En este capítulo se incluye un informe acerca de esa reunión.3MS 180.4

    Los archivos de Elena G. de White contienen una presentación llena de poder que ella hizo de los principios básicos de la salvación por la fe, como fueron presentados en el congreso campestre celebrado en Ottawa, Kansas, el 11 de mayo de 1889. Este discurso, y su informe sobre la respuesta que se produjo, aparece en el libro de E. G. de White titulado Faith and Works, 63-84.3MS 181.1

    Hubo un ambiente de victoria en Chicago, y en Denver, Colorado, cuando ella habló a los pastores sobre la necesidad de tener un verdadero concepto de la justificación por la fe, en las reuniones campestres realizadas en septiembre de 1889. El discurso de Denver aparece en esta sección.3MS 181.2

    Mientras asistía al Congreso General de 1889, apenas un año después de las reuniones de Minneápolis, informó: “Estamos realizando reuniones excelentes. No existe aquí el espíritu que hubo en las reuniones de Minneápolis. Todo se mueve en armonía. Hay una gran asistencia de delegados. Tiene buena asistencia nuestra reunión de las cinco de la mañana, y las reuniones son buenas. Todos los testimonios que he escuchado han sido de un carácter elevador. Dicen que el año pasado ha sido el mejor de su vida. La luz que brilla de la Palabra de Dios ha sido clara y nítida: la justificación por la fe, Cristo nuestra justicia. Las experiencias han sido muy interesantes”.—Manuscrito 10, 1889; Mensajes Selectos 1:423-424.3MS 181.3

    El 3 de febrero de 1890, al dirigirse ella a los ministros reunidos en Battle Creek para una asamblea ministerial, repasó sus experiencias en el campo durante 1889. Sus declaraciones forman una parte apropiada de esta introducción:3MS 181.4

    “Hemos viajado por todos los diferentes lugares de reuniones para que yo pudiera acompañar y estar junto con los mensajeros de Dios que yo sabía que eran sus mensajeros, y que sabía que tenían un mensaje para su pueblo. Di mi mensaje con ellos en armonía con el mismo mensaje que ellos presentaban. ¿Qué fue lo que vimos?3MS 181.5

    “Vimos un poder que acompañaba al mensaje. En cada caso trabajamos—y algunos saben cuán esforzadamente lo hicimos—a fin de que pudiéramos comunicar estas ideas a las mentes de los hermanos. Pienso que fue toda una semana en Chicago, desde la mañana hasta la tarde.3MS 181.6

    “El diablo ha estado trabajando durante un año para tergiversar las ideas: la totalidad de ellas. Y se requiere arduo trabajo para cambiar viejas opiniones. Ellos piensan que deben confiar en su propia justicia y en sus propias obras, y continuar mirándose a sí mismos, y no apropiándose de la justicia de Cristo, y adquiriéndola en la vida de ellos y en su carácter. Trabajamos allí por una semana... Trabajamos una semana antes de que se produjera un cambio, y el poder de Dios, como una ola poderosa, envolvió a la congregación. Les digo: fue con el propósito de dar libertad a los hombres, fue para señalarles al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.3MS 182.1

    “Y allí, en South Lancaster, la obra poderosa del Espíritu de Dios estaba presente. Hay aquí algunos que estuvieron en esa reunión. Dios reveló su gloria, y todos los alumnos del colegio hicieron sus confesiones; la obra del Espíritu de Dios era visible.3MS 182.2

    “Y así ocurrió de lugar en lugar. Dondequiera que fuimos, vimos moverse al Espíritu de Dios.3MS 182.3

    “¿Creen Uds. que como los diez leprosos yo debiera guardar silencio, y no elevar mi voz para cantar la justicia de Dios y alabarlo y glorificarlo? Yo trato de presentar el asunto a Uds., para que vean la evidencia que yo he visto, pero parece que las palabras caen en el vacío; ¿y por cuánto tiempo seguirá esto así? ¿Por cuánto tiempo el pueblo que está en el corazón de la obra resistirá a Dios? ¿Por cuánto tiempo los hombres aquí los sostendrán en la realización de este trabajo? Retiraos de aquí, hermanos. Quitad las manos del arca de Dios, y dejad que el Espíritu de Dios venga y trabaje en forma poderosa”.—Manuscrito 9, 1890.3MS 182.4

    Nótese el sentimiento del último párrafo citado. Mientras que la recepción del mensaje de salvación por la fe fue resistido por algunos en el Congreso General de Minneápolis, y aceptado por otros en los días siguientes, en el corazón de la obra se desarrolló rápidamente un espíritu de resistencia. La recepción por parte de los miembros de las iglesias, como informó Elena de White, era del todo diferente. La terca resistencia desarrollada “por algunos” (véase Testimonios para los Ministros, 363, 1977) en la misma sede de la iglesia, retardó. grandemente la obra que el Señor quería ver realizada.3MS 182.5

    En cuanto a esto Elena de White escribió hacia fines del año 1890: “Los prejuicios y opiniones que prevalecieron en Minneápolis no han desaparecido de ninguna manera; las semillas que se sembraron allí en algunos corazones están listas para brotar y producir una cosecha semejante”.—Testimonios para los Ministros, 467.3MS 183.1

    Acerca de esto mismo ella escribió: “Algunos no han podido distinguir el oro puro del oropel”. (Ibíd.). Y añadió: “La verdadera religión, la única religión de la Biblia, que enseña el perdón sólo por los méritos de un Salvador crucificado y resucitado, que propugna la justificación por la fe en el Hijo de Dios, ha sido menospreciada, criticada, ridiculizada y rechazada”.—Testimonios para los Ministros, 468.3MS 183.2

    En su libro titulado Through Crisis to Victory, (De la crisis a la victoria), el pastor A. V. Olson pasa revista otra vez a la historia, y documenta un cambio gradual hacia lo mejor que ocurrió en los cinco o seis años después de Minneápolis.3MS 183.3

    Sin embargo, se produjo un trágico retroceso en el progreso de la causa de Dios. Elena de White reconoció esto, y a veces lo mencionaba, generalmente en declaraciones incidentales. En ningún momento, sin embargo, ella sugirió o declaró que había habido un rechazo oficial por parte de los dirigentes de la iglesia del precioso mensaje traído a la atención del Congreso de la Asociación General de 1888. Antes bien, en diciembre 19 de 1892, precisamente cuatro años después de ese notable congreso, en una carta dirigida a los “Queridos hermanos de la Asociación General”, ella declaró triunfalmente:3MS 183.4

    “Al recapacitar en nuestra historia pasada, habiendo recorrido cada paso de su progreso hasta nuestra situación actual, puedo decir: ¡Alabemos a Dios! Mientras contemplo lo que Dios ha hecho, me siento llena de asombro y confianza en Cristo como nuestro líder. No tenemos nada que temer por el futuro, excepto que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido.3MS 183.5

    “Somos ahora un pueblo fuerte, si queremos poner nuestra confianza en el Señor; porque estamos manejando las grandiosas verdades de la Palabra de Dios. Tenemos todas las razones para estar agradecidos”.—The General Conference Bulletin, 24; Testimonios para los Ministros, 31; Notas Biográficas de Elena G. de White, 216.3MS 183.6

    De nuevo ella escribió en 1907: “La iglesia debe intensificar su actividad y extender sus términos... Si bien es cierto que hubo fieras disputas en el esfuerzo realizado para conservar nuestro carácter distintivo, como cristianos bíblicos siempre hemos estado ganando terreno”.—Carta 170, 1907; Mensajes Selectos 2:457-458.3MS 184.1

    Con estos antecedentes introducimos el capítulo histórico que constituye esta sección.—Los compiladores.3MS 184.2

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