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Cada Día con Dios

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    Corrijamos a los que yerran, 6 de abril

    Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mateo 18:15.CDCD 103.1

    Cuando tengan que ver con alguien que se supone ha cometido una falta, traten de hablarle con un espíritu apacible y humilde, porque la ira del hombre no provoca la justicia de Dios. Los que yerran no pueden ser restaurados sino mediante un espíritu humilde y bondadoso, y tierno amor. Sean cuidadosos en su manera de hablar. Eviten en la actitud y el gesto, en las palabras o el tono de voz, todo lo que tenga sabor a orgullo y suficiencia propia. Guárdense de toda palabra o actitud que tienda a exaltarlos a sí mismos o a poner su bondad y su justicia en contraste con las faltas de los demás. Cuídense hasta de lo que remotamente podría parecer desdén, desconsideración o desprecio. Eviten con cuidado toda apariencia de enojo y, aunque tengan que emplear un lenguaje franco, cuiden que no haya reproches, acusaciones tajantes o manifestaciones de ira. Por el contrario, revelen siempre un ferviente amor.CDCD 103.2

    Por sobre todo, que no haya ni sombra de odio o mala voluntad, ni amargura ni dureza en la expresión. Nada sino bondad y dulzura pueden emanar de un corazón lleno de amor. No obstante, todos estos preciosos frutos no deben impedir que ustedes hablen muy seriamente y en tono solemne, como si los ángeles los estuvieran contemplando, y ustedes estuvieran actuando teniendo en cuenta el juicio venidero.CDCD 103.3

    Recuerden que el éxito de la reprensión depende en gran medida del espíritu con que se la da. No descuiden la ferviente oración para que puedan poseer una mente humilde y para que los ángeles de Dios puedan obrar sobre los corazones de los que están ante ustedes, y que están tratando de alcanzar, y que los ablanden de tal manera, gracias a las impresiones celestiales, de modo que los esfuerzos de ustedes puedan tener buenos resultados...CDCD 103.4

    Todos los esfuerzos que hagan ustedes para salvar a los que yerran pueden ser inútiles. Pueden pagarles el bien con el mal. Se pueden enojar en lugar de convencerse. ¿Qué pasa si no escuchan y persisten en su mala conducta? Eso ocurrirá a menudo. Algunas veces la reprensión más tierna y dulce no dará resultados. En ese caso la bendición que ustedes querían que otros recibieran al proseguir una conducta justa, al dejar de hacer el mal y aprender a hacer el bien, recaerá sobre ustedes mismos. Si los que yerran persisten en su pecado, trátenlos bondadosamente y déjenlos al amparo del Padre celestial.—Carta 30, del 6 de abril de 1868, dirigida a los Hnos. Rogers.CDCD 103.5

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